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lunes, 16 de abril de 2018

ANTIMAGISTERIO DE Gaudete et Exsultate:

ANTIMAGISTERIO BERGOGLIANO
Los execrables documentos inspirados desde el inodoro del Infierno al falso profeta o antipapa Jorge Mario Bergoglio. (Ap. 13,1ss)
Sobre las expectativas de los nuevos vómitos del antipapa Bergoglio en sus pretendidos documentos pontificios, como la execrable Exhortación Apestólica, sí, porque apesta ‘Amoris Laetitia’, encontramos el análisis de Christopher A. Ferrara respecto de Gaudete et Exsultate, su análisis en la fuente que recomendamos de:

THE REMNANT
 Gaudete et Exsultate: Piedad demagógica en Marzo

14/04/18 12:00 AM por  Christopher A. Ferrara
Gaudete et Exsultate es exactamente lo que se puede esperar de este pontificado tristemente predecible. Citando a Carl Olsen en Catholic World Report: “muchas buenas cualidades y pasajes sustanciales… a menudo eclipsados, o incluso socavados por subterfugios, argumentos dudosos y golpes bajos”.

Los pronunciamientos bergoglianos en general son precisamente medidos para transmitir argumentos evasivos y dudosos y golpes bajos, todos dirigidos invariablemente contra la ortodoxia y la ortopraxis. Las expresiones de piedad se envuelven alrededor de demagogia eclesiástica vulgar, un guante de terciopelo para el puño cerrado de humildad militante tan típica de la burda hipocresía de los clérigos latinoamericanos de izquierda.
El llamado del documento a una relación viva con Dios animado por la caridad se contradice por su descenso repetido hacia la caricatura caritativa y la calumnia abierta a los miembros fieles que Bergoglio percibe como impedimentos para sus maníacos designios. Aquí una muestra de la invectiva entretejida en los pasajes piadosos del documento:

1) No son saludables las congregaciones contemplativas separadas del mundo:
No es sano amar el silencio y rehuir el encuentro con el otro, desear el descanso y rechazar la actividad, buscar la oración y menospreciar el servicio. Todo puede ser aceptado e integrado como parte de la propia existencia en este mundo, y se incorpora en el camino de santificación. Somos llamados a vivir la contemplación también en medio de la acción, y nos santificamos en el ejercicio responsable y generoso de la propia misión.

2) La Iglesia no tiene todas las respuestas y no debe decirle a la gente cómo vivir (a menos que sea Bergoglio quien hable):
Cuando alguien tiene respuestas a todas las preguntas, demuestra que no está en un sano camino y es posible que sea un falso profeta, que usa la religión en beneficio propio, al servicio de sus elucubraciones psicológicas y mentales…
Por ello no podemos pretender que nuestro modo de entenderla nos autorice a ejercer una supervisión estricta de la vida de los demás.

3) La doctrina católica está sujeta a diferentes interpretaciones según las circunstancias:
“Quiero recordar que en la Iglesia conviven lícitamente distintas maneras de interpretar muchos aspectos de la doctrina y de la vida cristiana que, en su variedad, «ayudan a explicitar mejor el riquísimo tesoro de la Palabra”.

4) La doctrina católica no es monolítica, sino que está abierta a la duda:
“Es verdad que «a quienes sueñan con una doctrina monolítica defendida por todos sin matices, esto puede parecerles una imperfecta dispersión…”
“En realidad, la doctrina, o mejor, nuestra comprensión y expresión de ella, «no es un sistema cerrado, privado de dinámicas capaces de generar interrogantes, dudas, cuestionamientos…”

5) El fuerte apego a la doctrina y disciplina católica es Pelagianismo:
“Los que responden a esta mentalidad pelagiana o semipelagiana, aunque hablen de la gracia de Dios con discursos edulcorados «en el fondo solo confían en sus propias fuerzas y se sienten superiores a otros por cumplir determinadas normas o por ser inquebrantablemente fieles a cierto estilo católico del pasado”.

6) Los que se resisten al cambio – es decir, lo que sea que Francisco quiera – han sucumbido a las fuerzas del mal:
“Esto resulta especialmente importante cuando aparece una novedad en la propia vida, y entonces hay que discernir si es el vino nuevo que viene de Dios o es una novedad engañosa del espíritu del mundo o del espíritu del diablo. En otras ocasiones sucede lo contrario, porque las fuerzas del mal nos inducen a no cambiar, a dejar las cosas como están, a optar por el inmovilismo o la rigidez”.

7) Los que dicen que todas las cosas son posibles con la gracia son realmente pelagianos:
“Cuando algunos de ellos se dirigen a los débiles diciéndoles que todo se puede con la gracia de Dios, en el fondo suelen transmitir la idea de que todo se puede con la voluntad humana, como si ella fuera algo puro, perfecto, omnipotente, a lo que se añade la gracia”.

8) Incluso con la ayuda de la gracia es imposible que “el débil” mantenga la ley moral dados sus límites “concretos”; solo es posible un progreso gradual (exaltando así la fragilidad de la voluntad humana sobre la gracia precisamente a la manera pelagiana que Francisco condena):
Pretenden (los católicos pelagianos imaginarios) ignorar que «no todos pueden todo» [47], y que en esta vida las fragilidades humanas no son sanadas completa y definitivamente por la gracia [48]
La gracia, precisamente porque supone nuestra naturaleza, no nos hace superhombres de golpe. Pretenderlo sería confiar demasiado en nosotros mismos. En este caso, detrás de la ortodoxia, nuestras actitudes pueden no corresponder a lo que afirmamos sobre la necesidad de la gracia, y en los hechos terminamos confiando poco en ella. Porque si no advertimos nuestra realidad concreta y limitada, tampoco podremos ver los pasos reales y posibles que el Señor nos pide en cada momento, después de habernos capacitado y cautivado con su don. La gracia actúa históricamente y, de ordinario, nos toma y transforma de una forma progresiva [52].

9) El apego a la doctrina y disciplina católica es la aridez pelagiana que rechaza “el Espíritu”:
“Todavía hay cristianos que se empeñan en seguir otro camino: el de la justificación por las propias fuerzas, el de la adoración de la voluntad humana y de la propia capacidad… Se manifiesta en muchas actitudes aparentemente distintas: la obsesión por la ley, la fascinación por mostrar conquistas sociales y políticas, la ostentación en el cuidado de la liturgia, de la doctrina y del prestigio de la Iglesia…
“En esto algunos cristianos gastan sus energías y su tiempo, en lugar de dejarse llevar por el Espíritu en el camino del amor, de apasionarse por comunicar la hermosura y la alegría del Evangelio y de buscar a los perdidos en esas inmensas multitudes sedientas de Cristo[63]. (ibid)

10) Los católicos observadores son conservadores pelagianos desalmados de un museo religioso que rechazan “el Espíritu”:
Muchas veces, en contra del impulso del Espíritu, la vida de la Iglesia se convierte en una pieza de museo o en una posesión de pocos. Esto ocurre cuando algunos grupos cristianos dan excesiva importancia al cumplimiento de determinadas normas propias, costumbres o estilos. De esa manera, se suele reducir y encorsetar el Evangelio, quitándole su sencillez cautivante y su sal. Es quizás una forma sutil de pelagianismo, porque parece someter la vida de la gracia a unas estructuras humanas. Esto afecta a grupos, movimientos y comunidades, y es lo que explica por qué tantas veces comienzan con una intensa vida en el Espíritu, pero luego terminan fosilizados… o corruptos.

11) Los intentos de limitar la migración masiva de musulmanes (principalmente varones en edad militar) son moralmente equivalentes a los asesinatos en el útero:
“La defensa del inocente que no ha nacido, por ejemplo, debe ser clara, firme y apasionada, porque allí está en juego la dignidad de la vida humana, siempre sagrada, y lo exige el amor a cada persona más allá de su desarrollo”.
“Suele escucharse que, frente al relativismo y a los límites del mundo actual, sería un asunto menor la situación de los migrantes, por ejemplo. Algunos católicos afirman que es un tema secundario al lado de los temas «serios» de la bioética. Que diga algo así un político preocupado por sus éxitos se puede comprender; pero no un cristiano, a quien solo le cabe la actitud de ponerse en los zapatos de ese hermano que arriesga su vida para dar un futuro a sus hijos”.

12) Cualquier oposición pública de los fieles a los designios bergoglianos es una difamación inspirada por el diablo (cuya morada no está clara dadas las entrevistas con Scalfari):
También los cristianos pueden formar parte de redes de violencia verbal a través de internet y de los diversos foros o espacios de intercambio digital. Aun en medios católicos se pueden perder los límites, se suelen naturalizar la difamación y la calumnia, y parece quedar fuera toda ética y respeto por la fama ajena…
“Es llamativo que a veces, pretendiendo defender otros mandamientos, se pasa por alto completamente el octavo: «No levantar falso testimonio ni mentir», y se destroza la imagen ajena sin piedad. Allí se manifiesta con descontrol que la lengua «es un mundo de maldad» y «encendida por el mismo infierno, hace arder todo el ciclo de la vida» (St 3,6)”. (ibid)

13) Los defensores de la ortodoxia son jueces desalmados que menosprecian a los demás (dice Bergoglio, que constantemente juzga y menosprecia a los demás):
“No nos hace bien mirar desde arriba, colocarnos en el lugar de jueces sin piedad, considerar a los otros como indignos y pretender dar lecciones permanentemente”.

14) Dios exige que aceptemos el “magisterio” de Bergoglio de “hoy” y que veamos el Evangelio bajo una nueva luz en lugar de simplemente seguir lo que la Iglesia (incluidos todos los Papas anteriores) siempre ha enseñado; todo lo demás es un dogmatismo rígido:
Como el profeta Jonás, siempre llevamos latente la tentación de huir a un lugar seguro que puede tener muchos nombres:… el rechazo de nuevas ideas y enfoques[1], dogmatismo, nostalgia, pesimismo… refugio en las normas.
“No se trata de aplicar recetas o de repetir el pasado, ya que las mismas soluciones no son válidas en toda circunstancia y lo que era útil en un contexto puede no serlo en otro.
El discernimiento de espíritus nos libera de la rigidez, que no tiene lugar ante el perenne hoy del Resucitado. Únicamente el Espíritu sabe penetrar en los pliegues más oscuros de la realidad y tener en cuenta todos sus matices, para que emerja con otra luz la novedad del Evangelio. (ibid)
Por supuesto, los medios están encantados con este último ejemplo de puñalada Bergogliana a los católicos creyentes. Particularmente encantadora es su declaración de una equivalencia moral entre el asesinato masivo en el útero y los intentos de limitar la migración masiva de musulmanes, la mayoría de los cuales son hombres en edad militar con teléfonos celulares, ridículamente representados como “refugiados indefensos”. La CNN exaltó por esta “reprimenda a los católicos activistas antiaborto que se centran en el tema y excluyen a todos los demás”.
Pero hemos escuchado de todo antes – una y otra vez, incesantemente, durante los últimos cinco años. En este momento, el asunto ha ido más allá de un análisis de declaraciones Bergoglianas para revelar las píldoras de veneno que siempre están ahí. No hay necesidad de continuar ejerciendo la verificación del problema cuando incluso un ateo como Marcello Pera puede ver que Bergoglio está “poco o nada interesado en el cristianismo como doctrina, en su aspecto teológico”, que “sus declaraciones parecen estar basados ​​en la Escritura, [pero] en realidad son fuertemente secularistas”, y que su pontificado representa una ruptura con la doctrina y la tradición“.
Ahora la pregunta que plantean los fieles, tanto clérigos como laicos, es si existe algún mecanismo por el cual la Iglesia pueda ser liberada de las garras de Bergoglio antes de que le inflija aún más daño. Por lo tanto, vemos comentarios al respecto en importantes fuentes de noticias católicas bajo títulos como “Los cardenales pueden declarar que un papa herético ha ‘perdido su oficio’: historiador de la Iglesia.” E incluso el retirado obispo de Corpus Christi, Texas, René Henry Gracida, especula abiertamente en su blog sobre la posibilidad de que un concilio imperfecto de cardenales declare inválida la elección de Bergoglio y proceda a un nuevo cónclave.
Para empezar, citando a Roberto de Mattei, “Necesitamos tener el coraje de decir:” Santo Padre, usted es el primer responsable de la confusión que existe hoy en la Iglesia. Santo Padre, usted es el primer responsable de las herejías que hoy están circulando en la Iglesia”. “Pero más que esto, el clero y los laicos deben unirse siempre que sea posible para hacer lo que San Roberto Belarmino dijo que debemos hacer cuando nos enfrentamos con este escenario: la hipótesis ahora se convierte en realidad – de un Papa que intenta destruir la Iglesia:
Así como es lícito resistir al Pontífice que ataca al cuerpo, es también lícito resistir al Papa, que ataca a las almas o que perturba el orden civil, y, a fortiori, al Papa que intenta destruir la Iglesia. Yo digo que es lícito resistirle no haciendo lo que él ordena e impidiendo la ejecución de su voluntad. … [De Controversiis: Sobre el Romano Pontífice, trad. Ryan Grant (Mediatrix Press: 2015), Libro II, Capítulo 29, p. 303.
Yendo más allá de un mero diagnóstico de “este desastroso papado”, que así ha sido confirmado cientos de veces, debemos oponernos directamente a sus designios en todos los campos de acción que se nos presentan. Increíblemente, los fieles deben defender a la Iglesia Católica contra un “Papa Dictador” que quiera destruirla y reconstruirla según su propia visión, como él mismo lo ha dejado claro en su arrogante manifiesto Evangelii Gaudium:
Más que el temor a equivocarnos, espero que nos mueva el temor a encerrarnos en las estructuras que nos dan una falsa contención, en las normas que nos vuelven jueces implacables, en las costumbres donde nos sentimos tranquilos…
Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación.
Que el buen Dios libere a Su Santa Iglesia del Papa que ahora la aflige. Y que la Santísima Virgen interceda pronto en cumplimiento del plan divino para la restauración inevitable de la Iglesia y el triunfo del Corazón Inmaculado.

(Traducido por Xavier P. Díaz para Adelantelafe.com. Artículo original)

Referencias: