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sábado, 16 de febrero de 2013

LAS ACCIONES DEMOLEDORAS DE LOS JERARCAS INFILTRADOS EN LA CÚPULA VATICANA; YA ACTUABAN DESDE ANTES DEL C. V. II


Clérigos enemigos de la Iglesia de Cristo y el Concilio Vaticano II 
Parte I

Los cardenales masones y los del Priorato de Sión infiltraron la Iglesia Católica, tal como lo advirtió la Virgen de Fátima en el Tercer Secreto que dio a Sor Lucía dos Santos [“Satanás se infiltrará en el seno de la Iglesia; llegará hasta los Más Altos Reinos de la Jerarquía en el Vaticano; y hasta la Silla de Pedro”]. Los cardenales que componían la jerarquía masónica y comunista se habían apoderado de importantes posiciones de la Cúpula Vaticana desde antes del Papa Juan XXIII –cardenal Ángelo Giuseppe Roncalli-.

El cardenal Roncalli había manifestado su deseo de que la Iglesia fuese renovada con nuevos vientos, provenientes del Espíritu Santo, él quería que la Iglesia se abriera más a las necesidades de evangelizar al Mundo atendiendo la problemática por la que estaba pasando la humanidad. A esta perspectiva de evangelización Roncalli la denominaba “aggiornamento” de la Iglesia.

Sin embargo los astutos cardenales de la infiltración, tenían contemplado un plan muy diferente y perverso, se trataba de un Plan para la Demolición de la Iglesia, dentro de cuyas acciones contemplaban el impulso de la “corriente modernista”, que tantos males trajo a la Iglesia, pero que a ellos les permitiría atacar sistemáticamente las grandezas y los tesoros espirituales de la Tradición de la Iglesia de Cristo.

Engañado Juan XXIII, le hicieron creer que el “aggiornamento” que él concebía para la Iglesia era lo mismo que pretendían los cardenales de la infiltración; para esto, le propusieron convocar un nuevo Concilio: el Concilio Ecuménico Vaticano II donde reinó Satanás.

Juan XXIII inició el concilio, pero murió; y tocó al Papa Paulo VI continuarlo. El Papa Paulo VI se dio cuenta que estaba rodeado de lobos, de cardenales que hacían lo contrario que él les ordenaba y que se desempeñaban con intereses ocultos. Los humos del infierno ya estaban esparciéndose fuertemente por toda la Iglesia en el Mundo, permiten constatarlo sus siguientes y urgentes declaraciones, que al parecer, ni los fieles ni los clérigos de todo el orbe entendieron porque no respondieron pronto al desesperado llamado de auxilio que el pontífice estaba haciendo. Paulo VI hizo en este sentido varias declaraciones:

“’La Iglesia se encuentra en una hora inquieta de autocrítica o, mejor dicho, de auto-demolición. Es como una inversión aguda y compleja que nadie se habría esperado después del Concilio. La Iglesia está prácticamente golpeándose a sí misma’ (Disc. al Seminario Lombardo, Roma 7-XII-1968).

Parece que ‘por alguna rendija se ha introducido el humo de Satanás en el templo de Dios’. Se ven en el mundo signos oscuros, pero ‘también en la Iglesia reina este estado de incertidumbre. Se creyó que después del Concilio vendría una jornada de sol para la historia de la Iglesia. Ha llegado, sin embargo, una jornada de nubes, de tempestad, de oscuridad’ (30-IV-1972).

Es lamentable ‘la división, la disgregación que, por desgracia, se encuentra ahora en no pocos sectores de la Iglesia’. Por eso «la recomposición de la unidad, espiritual y real, en el interior mismo de la Iglesia, es uno de los más graves y de los más urgentes problemas de la Iglesia’ (30-VIII-1973).

‘La apertura al mundo fue una verdadera invasión del pensamiento mundano en la Iglesia». Así ésta ahora se debilita y pierde fuerza y fisonomía propias: ‘tal vez hemos sido demasiado débiles e imprudentes’ (23-XI-1973)”

Y tal forma de actuar, como hemos dicho arriba, hizo sufrir a Pablo VI. De tal forma fue así que “en la segunda parte de su pontificado, hubo de sufrir un verdadero calvario. La multiplicación escandalosa de las secularizaciones sacerdotales, miles y miles, y la igualmente escandalosa disidencia doctrinal y disciplinar amargaron sus últimos años. Muy especialmente dolorosa fue para él la resistencia, ya descrita, a la gran encíclica Humanæ vitæ”

Fue entonces que la jerarquía masónica, representada en el libro del Apocalipsis como “el Cordero que habla como la bestia y está al servicio de la primera bestia” (Ap.13, 11-12); decidieron poner en marcha otra de sus sucias acciones, imponer un doble a Paulo VI, mantenerlo secuestrado y drogado en el mismo Vaticano, para que el doble, que era un sacerdote que practicaba el arte dramático, fuese sometido a cirugías plásticas para conseguir que su rostro se pareciese lo más posible a Pauvlo VI, y que éste hiciera y dijese lo que los cardenales al servicio de la infiltración –Jean Marie Villot, Giovanni Benelli y Agostino Casaroli- le ordenasen. Para controlar que no incurriera en errores o se saliera de las instrucciones de estos cardenales sectarios, nunca lo dejaban solo, alguno de ellos siempre lo acompañaba e intervenía. Estas fueron acciones asegurando su marcha hacia la consolidación del Plan de Demolición de la Iglesia, apoderándose de la Silla de Pedro, aunque en esa ocasión no de manera total.

Las declaraciones del Papa Paulo VI que hemos citado, dejan en claro la falsedad y la contradicción de las presunciones que ha hecho Benedicto XVI y su grupo de cardenales oscuros, en el sentido de que el Concilio Vaticano II haya hecho aportes valiosos a la Iglesia Católica; por el contrario, es el Concilio por el que lograron asestar duros golpes contra las grandezas y tesoros espirituales de la Iglesia de Cristo.

El Priorato de Sión al que pertenece Benedicto XVI está integrado por judíos enemigos a ultranza de Jesús, como lo fueron Anás y Caifás. El Priorato y los rabinos ancestros de Joseph Karl Ratzinger Peintner Tauber, han tenido como meta el apoderarse de la posición más alta de la Iglesia Católica para destruirla. (Cf. http://vatileaksnews.blogspot.mx )

En el Concilio Vaticano II los cardenales y obispos de la infiltración realizaron diversas acciones en diferentes mesas de trabajo, entre las más importantes para ellos estaba modificar la realización del Eterno Sacrificio, de su Liturgia, de sus oraciones, de su lenguaje, el latín. Buscaban ‘empobrecerla’ con una reforma, que debía haber buscado ‘engrandecerla’ como debe suceder con toda reforma litúrgica, pero la consigna era a la inversa. El cardenal Ratzinger y el cardenal Joseph Frings fueron las cabezas visibles que en el Concilio infiltraron y promovieron la corriente modernista a la que él ha pertenecido.

Ratzinger logró colarse hasta la Congregación de la Doctrina de la Fe, habiendo hecho creer a los cardenales tradicionalistas, que se había convertido y había abandonado al grupo de los modernistas. Dejó de escribir en la Revista Progressio, de corte modernista; y pasó a escribir en la Revista Communio, de corte conservador o tradicionalista. Ratzinger no se había convertido, sus compromisos y raíces con los cardenales de la infiltración, propulsores del modernismo que han seguido la consigna de demoler a la Iglesia desde su interior siguen vigentes, no se convirtió, se mimetizó, es hábil en el camuflaje ideológico y teológico.

Hay que tener en cuenta el perfil o personalidad de Ratzinger, que siempre fue esquiva, débil, cobarde, como se sabe desde que era profesor. El profesor Ratzinger eludía toda confrontación ideológica y teológica con sus alumnos, prefería huir, abandonar el aula.

Ya que abdica al pontificado, deja su consigna a otros, ahora pretende que los cardenales trabajen para que se consoliden los demás propósitos oscuros del Concilio Vaticano II. Benedicto XVI quiere que su sucesor continúe dando duros golpes a la Iglesia Católica, quiere que trabajen para lograr, junto con los cardenales y obispos de la infiltración, la consolidación de los propósitos del Concilio Vaticano II donde reinó Satanás como lo ha advertido la Virgen, la Reina y Madre de la Iglesia. Ellos tienen y siguen con la consigna advertida en la Biblia por el profeta Daniel para que sea suprimido el Eterno Sacrificio o Santa Misa. Ellos tratarán de cambiar las Fiestas y las Leyes, traicionarán y entregarán a los Santos; impondrán al ídolo de la Abominación o Budda Maitreya y le cederán la Silla de Pedro al Devastador o Anticristo para que establezca una nueva iglesia, oficial y sin Dios; y le ayudarán a respaldar un gobierno mundial que él liderará (Novus Ordo Seclorum ó Nuevo Orden Mundial. (Dn. 7, 25; 8, 10-17; 23-25; 11, 31-32; 12, 7-13)

¿Qué no es claro lo que advirtió la Virgen en Fátima al Mundo en el verdadero Tercer Secreto de Fátima? Secreto que desvirtuaron el cardenal Ratzinger y Tarcisio Bertone desde la Congregación de la Doctrina de la Fe, ellos ordenaron enclaustrar a Sor Lucía dos Santos para que ya no hablase, y a quien luego suplantaron también con una doble Sor Lucía.

Los escándalos de la máxima jerarquía en el Vaticano, no solo se abrieron con el Vatileaks, también forman parte de esta grave situación oscura de la cúpula vaticana las Cartas sustraídas por el Mayordomo Gabriel, así como las denuncias de Sacerdotes que trabajaron en las oficinas que el Vaticano tenía establecidas para ocultar los escándalos de pederastia internacional, crímenes gravísimos protegidos con el documento secreto del Decreto de Delito de Sollicitationis, que firmó y dispuso el propio Ratzinger como Prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe, así como las diversas herejías que ha dicho y escrito en varios de sus libros.

Lo que ha advertido y denunciado el Papa Paulo VI contradice, desmiente y descalifica lo que Benedicto XVI ahora quiere presentar al Mundo como positivo, como sano y como bueno para la Iglesia, cuando que el Concilio Ecuménico Vaticano II trajo tantos males al interior y al exterior de la Iglesia Católica. Los fieles y los clérigos de la Iglesia Católica ya deben abrir los ojos y despejar su mente, deben investigar y documentarse, pues el hombre es destruido o manipulado por falta de conocimiento.

Vamos a presentarle ahora, algunas de las acciones del Plan de Demolición de la Iglesia que hicieron los enemigos de esta institución en el Concilio Vaticano II.

(Continuará en la Parte II)