Es la hora del Amor Misericordioso de Nuestro Dios
sobre vosotros, sois hijos de Dios, hijos Míos, y entre todos, en oración,
levantad a Nuestro México.
Mensaje de La Santísima Virgen de Guadalupe a J. V.
Rosario – Mensaje ÚNICO
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Habla La Santísima Virgen de Guadalupe:
Hijitos
Míos, Soy vuestra Madre, en la Advocación de Guadalupe. En Mi Aparición en el
cerrito y en esos tiempos, que eran tiempos de tribulación de los primeros
pobladores con la conversión de su primer grupo de unión, en donde se daba ya,
la sangre, la nueva sangre de México, la sangre de los mexicas con la española.
Yo vine a uniros, Mis
pequeños, vine a unir lo que sería la nueva sangre, la sangre del México que
vivís todos vosotros.
Os
repito, eran tiempos de tribulación, acababan de tener guerras tremendas en la
conquista; y ahora os repito esas palabras con las que Me presenté a Juan
Diego, cuando él, también, estaba en tribulación: ¿Qué no estoy Yo aquí, que Soy vuestra
Madre? Estáis ahora en tiempos de tribulación muy fuerte, Mis pequeños. No
solamente en Mi México, sino en todo el mundo, pero, Me centraré en Mi México.
Esta
nueva raza, que se formaba y que Yo, en cierta forma, bautizaba y apoyaba,
formaba una Alianza, la de aquí de los mexicas con los españoles.
Vine
a traer la unión, vine a traeros Paz y Alegría en Mi Hijo, Alegría en Dios, el
Dios Verdadero. Venía a apoyar, aquí, la Vida de Mi Hijo, que ya se les
enseñaba a los pobladores, y que llegó de España, a través de Mis hijos
predilectos.
Una
nueva vida, el nuevo mundo, unas nuevas tierras, a las que Yo, vuestra Madre,
cuidaba y cuidaría y apoyaría para siempre.
Mis pequeños, es Mi México
lleno de tribulaciones, y estas tribulaciones, causadas, precisamente, por la
envidia de satanás. Aquí,
es en donde el Génesis se hace patente, cuando Mi Padre, vuestro Padre Dios,
habla de Mí, y Me pone como La Gran Enemiga de satanás, a Mí, vuestra Madre,
protegiéndoos a todos vosotros.
Satanás, celoso, por Mi Amor
hacia vosotros, Mis hijos mexicanos, desde aquel tiempo, ha venido tratando de
destruiros, de destruir estas tierras bendecidas por Mi Padre, vuestro Padre,
Nuestro Dios, y no podrá destruiros, porque, principalmente, Él, en Su
Santísima Trinidad, vela por todos vosotros, y que es algo que vosotros mismos, mexicanos, no habéis
aprovechado ni agradecido. Sois un
pueblo predilecto por Dios, y que se Me dio a Mí, vuestra Madre, para cuidaros,
y hacer de este México, una gran tierra de Amor, la gran tierra del Nuevo
Mundo. Por eso, tenéis ahora, este gran, gran,
problema de tribulación, causado por vuestros gobernantes, pero
atrás de ellos comandados por satanás.
Como
en aquél tiempo, la tribulación, como os expliqué, se dio al principio de esta
unión de razas, ahora, satanás quiere destruiros, como ha querido hacerlo desde
hace tiempo, desde la unión de razas y no ha podido. Y quiero que esto lo meditéis, Mis
pequeños, para que os deis cuenta de cómo habéis sido protegidos por tanto
tiempo, pero, vosotros habéis desperdiciado esta Gracia tan grande, de que sois
protegidos por el Cielo. No habéis puesto gran cosa de
vuestra parte, porque, si hubierais mantenido esa alegría del principio, de ser
un pueblo escogido, y os hubierais mantenido en oración, en alegría, en Gracia,
hubierais terminado con la fuerza de satanás desde aquél tiempo, pero, habéis
desperdiciado tanto.
Pero, os vengo a dar una buena noticia, Mis pequeños, el tiempo de
satanás ha terminado, la tribulación para vosotros, Mi pueblo mexicano, pronto
terminará. Tendréis, nuevamente, una libertad grande, que os
dará Nuestro Padre Dios y que Yo, vuestra Madre, mantendré cuidándoos, contra
aquél que tanto ha tratado de destruiros.
Sois un pueblo escogido,
ya es hora de que vosotros entendáis esta predilección del Cielo y que os
comportéis como debéis comportaros, como hijos de Dios, hijos Míos, consagrados
a Mi Inmaculado Corazón. Ya este es el tiempo de la liberación de vuestro país,
Mi país.
Orad,
intensamente, porque satanás, todavía, dará sus coletazos malévolos para tratar
de destruiros, pero, la oración de parte vuestra, lo vencerá. Son
los últimos momentos de satanás y el principio de vuestra liberación.
Agradeced, pues, a Nuestro Padre
Dios, al que le debéis todo, y a Mí, vuestra Madre Santísima, que os hemos
venido cuidando y que seguiremos cuidándoos, para
hacer de esta nación, una gran nación ante el Mundo entero.
Os repito, sois hijos de
Dios, vuestra patria fue escogida para algo grande en lo futuro, agradeced a
nuestro Dios y Señor,
humillaos ante él, y sed como Mi pequeño hijo Juan Diego, que se ganó el Cielo,
al servirMe a Mí en sencillez, en Humildad y con un gran amor.
Es vuestro tiempo, aprovechadlo, Mis pequeños.
Es la hora del Amor
Misericordioso de Nuestro Dios sobre vosotros, sois hijos de Dios, hijos Míos,
y entre todos, en oración, levantad a Nuestro México.
Gracias,
Mis pequeños.