EL EJÉRCITO MARIANO surgió del Llamado de la Vírgen María de "Guadalupe" o del "Apocalipsis", formando Guerreros de Fuego para el Combate Espiritual; capacitar en el uso de Dones y Carismas del Espíritu Santo y contribuir en la atención de la Sanación Interior. La Virgen del Apocalipsis vencerá con Su Ejército sobre el reino de las tinieblas y sus esbirros (Gén 3,15 - Ap 12,1ss) En "Twitter" ArmandoGraneros@ejercitomariano
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viernes, 11 de octubre de 2024
EL EJERCITO MARIANO: ¡Seminaristas OBLIGADOS a Jurar un Voto DIABÓLICO ...
¡Seminaristas OBLIGADOS a Jurar un Voto DIABÓLICO para convertirse en CURAS!
¡Seminaristas OBLIGADOS a Jurar un Voto DIABÓLICO para convertirse en CURAS!
miércoles, 9 de octubre de 2024
ORACIONES DE PODER DE "EL EJÉRCITO MARIANO": SIN AVISAROS, POR SORPRESA OS TOMARÁN CAMBIANDO MI...
domingo, 6 de octubre de 2024
33 PROFECÍAS DE NUESTRA SEÑORA DE LA
https://www.youtube.com/watch?v=MIbrtqmwlb8 SALETTEhttps://www.youtube.com/watch?v=MIbrtqmwlb8
sábado, 5 de octubre de 2024
Coca-Cola pisotea el Nombre de Jesús
ESCÁNDALO MUNDIAL | "Coca-Cola" Coca-Coca-Cola pisotea el Nombre de Jesús "¡¡¡JESÚS, BENDITO SEAS!!!"
Qk
https://www.youtube.com/watch?v=3KBxACVa-Qk
martes, 10 de septiembre de 2024
Para que es la logia masónica de Palacio Nacional?
https://lassectasenelmundo.blogspot.com
¿Cuál es el fin del rito masónico de AMLO y Claudia Sheinbaum al senador Ricardo Monreal en la logia de Palacio Nacional en el primer piso del Patio Central y los demás que restauró el mismo López Obrador (masón):
La sumisión y obediencia a ciegas
Aprobar leyes de aborto y perversión
Servir a satanás, atacar la Iglesia y ser dictador con la "sinagoga de satanás"
Practicar el satanismo y la brujería, santería y chamanismo y la palería: Ewa, Elougua, Orishá, etc. (con canibalismo y ritos satánicos) como Fidel Castro enseño a Hugo Chávez en su Carta del 2005 para imponer el comunismo en Venezuela)
miércoles, 21 de agosto de 2024
"Magistrados se Unen para Frenar a AMLO y su Plan C"
"Magistrados se Unen para Frenar a AMLO y su Plan C"
domingo, 30 de junio de 2024
¡Padre MICHEL RODRIGUE! El AVISO, Los REFUGIOS, Los EVENTOS FUTUROS, XAVIER AYRAL
¡Padre MICHEL RODRIGUE! El AVISO, Los REFUGIOS, Los EVENTOS FUTUROS, XAVIER AYRAL
https://www.youtube.com/watch?v=BwYeIqEz7bI
viernes, 7 de junio de 2024
Mensaje del Espíritu Santo “Pentecostés”, el 19 de mayo de 2024
Mensaje del
Espíritu Santo “Pentecostés”, dado a través de “E” el 19 de mayo de 2024
Hija de Dios, ofrece al Cielo
las pesadillas y el dolor que te han causado los enviados del mal, nadie podrá
impedir la Divina Voluntad. Escucha la dulce y tranquila voz que susurra a
través de todas las cosas que abre almas y corazones.
Escribe, niña Mía, lo que
ahora tienes pensado, porque el buen Olegario, traducirá estas palabras y por
designio Divino, será quien las comparta con los servidores de Nuestra Reina y
Madre, la Virgen María y con miles de almas para que puedan ser conocidas y escuchadas
por ti misma.
Soy vuestro Ángel de la Guarda
que os habla, os acompaña y os guía a escribir el Mensaje, dictado por el
Espíritu Santo en este día de la Solemnidad de Pentecostés, donde se recuerda Su
venida a los Apóstoles, “marcando el nacimiento de la Iglesia Católica y la propagación
de la fe en Jesucristo”.
La Sagrada Escritura dice: “Todo
esto os dije mientras estaba con vosotros. De ahora en adelante el Espíritu
Santo, el Paráclito que el Padre os enviará en Mi Nombre, os enseñará todo y os
recordará lo que os dije (Juan 14:25-26) y bautizar a todos los hombres, en el
nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
“Creer en el Espíritu Santo es
profesar que el Espíritu Santo es una de las Personas de la Santísima Trinidad,
consustancial al Padre y al Hijo “que recibe del Padre y del Hijo la misma
adoración y gloria”. El Santo Espíritu coopera con el Padre y el Hijo desde el inicio
del deseo de salvación de la humanidad hasta su consumación. Pero es en los “últimos
tiempos”, inaugurados con el estímulo redentor del Hijo, cuando el Espíritu
Santo se nos revela y se nos da, cuando es reconocido y acogido como Persona. Entonces
este plan Divino, que se consuma en Cristo, Primogénito y Cabeza de la nueva
creación, se realiza en la humanidad por el Espíritu que nos es dado: la
Iglesia, la Comunión de los Santos, el perdón de los pecados, la resurrección
de la carne y la vida eterna” (Catecismo de la Iglesia Católica 685-686).
Según las Sagradas Escrituras,
así ocurrió la venida del Espíritu Santo: “Cuando llegó el día de Pentecostés,
estábamos todos reunidos en el mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido,
como de una ráfaga de viento fuerte. Que llenó toda la casa donde estaban, y
aparecieron lenguas como de fuego que se repartieron y reposaron sobre cada uno
de ellos. Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras
lenguas” (Hechos 2,1-4).
Los Hechos de los Apóstoles,
al narrar los acontecimientos de aquel día de Pentecostés en el que el Espíritu
Santo descendió en forma de lenguas de fuego sobre los discípulos de Nuestro
Señor, nos hacen dar testimonio de la gran manifestación del Poder de Dios, con
la que la Iglesia inició su camino entre las naciones. La victoria que Cristo -
con su obediencia, su inmolación en la Cruz y con Su Resurrección - había
obtenido sobre la muerte y el pecado se reveló entonces en toda su Divina
Claridad.
Los apóstoles, a pesar de
haber sido enseñados por Jesús durante tres años, huyeron aterrorizados ante
los enemigos de Cristo. Sin embargo, después de Pentecostés, se dejaron azotar
y encarcelar; y terminaron dando su vida como testimonio de su fe. Ejemplo de
amor y valentía que todo cristiano debería seguir.
Los discípulos, que ya eran
testigos de la Gloria del Señor resucitado, experimentaron en sí mismos la fuerza
del Espíritu Santo: su inteligencia y su corazón se abrieron a una nueva luz.
Habían seguido a Cristo y aceptado con fe sus enseñanzas, pero nunca habían
podido comprender plenamente su significado: era necesario que viniera el
Espíritu de verdad para hacerles entender todo. Supieron encontrar palabras de
vida eterna, y estuvieron dispuestos a seguirlo y dar la vida por él, pero eran
débiles y, cuando llegó el momento de la prueba, huyeron dejándolo solo.
El día de Pentecostés todo
esto pasó: el Espíritu Santo, ese espíritu de fortaleza, los hizo firmes,
confiados, audaces. La palabra de los Apóstoles resuenan fuerte y vibrante por
las calles y plazas de Jerusalén (“Es Cristo que pasa”, San Josemaría Escrivá,
127)
Me gustaría recordaros que la
vida moral de los cristianos está sostenida por los dones del Espíritu Santo. Son
disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil a seguir las sugerencias
del Espíritu Santo. Los dones del Espíritu Santo son siete: sabiduría, inteligencia,
consejo, fortaleza, conocimiento, piedad y temor de Dios.
Los dones son infundidos por
Dios. El alma no podría adquirir los dones con todo el orden puramente natural.
Los dones los poseen hasta cierto punto todas las almas en gracia. Es incompatible
con el pecado mortal.
*Sabiduría: gusto
por lo espiritual, capacidad de juzgar según la medida de Dios. El primero y
mayor de los siete dones. La sabiduría y la luz que viene de lo alto: es una participación
especial en ese conocimiento de Dios... Esta sabiduría superior es más bien un
conocimiento nuevo, un conocimiento impregnado de caridad y gracias con las que
el alma se familiariza con las cosas y gustos divinos. Ellos... “Un cierto
sabor de Dios”.
(Santo Tomás), por lo que el
verdadero sabio no es simplemente el que conoce las cosas de Dios, sino el que
las experimenta y las vive.
El conocimiento de la
sabiduría, además, confiere una capacidad especial para orientar los asuntos
humanos según la medida de Dios, a la luz de Dios, iluminado por este don, el cristiano
sabe salvar interiormente las realidades del mundo: nadie es mejor que él para hacerlo.
Apreciando los auténticos valores de la creación, mirándolos con los mismos Ojos
de Dios.
*Inteligencia
(comprensión): es una gracia del Espíritu Santo para comprender el discurso de
Dios y profundizar en lo revelado. La palabra “inteligencia” deriva del latín “intus
legere”, que significa “leer en el interior”, penetrar, comprender
profundamente. Por este don el Espíritu Santo, que “escudriña las profundidades
de Dios”. (1 Cor 2,10), comunica al creyente una chispa de capacidad penetrante
que lleva el corazón a la percepción gozosa del designio amoroso de Dios. El
Espíritu Santo, si bien agudiza la inteligencia de las cosas divinas, también
hace más clara y penetrante la mirada sobre las cosas humanas. Gracias a él
podemos ver mejor los numerosos signos de Dios que están inscritos en la
creación. De esta manera descubrimos la dimensión no puramente terrenal de los
acontecimientos, con la que está entrelazada la historia humana. Y también se puede
conseguir descifrando el tiempo presente y el futuro. “Signos de los tiempos, signos
de Dios”.
*Consejo:
iluminar la conciencia en las opciones que la vida cotidiana le impone, sugiriendo
lo legítimo, lo que corresponde, lo que es mejor para el alma. El don de la fortaleza
es un impulso sobrenatural, que da fuerza al alma no sólo en momentos dramáticos
como el martirio, sino también en las condiciones habituales de dificultad: en la
lucha por permanecer coherente con los propios principios, en soportar ofensas y
ataques injustos, en perseverancia valiente, incluso en medio de
incomprensiones y hostilidades, por el camino de la verdad y la honestidad.
*Ciencia:
refleja el verdadero valor de los creadores. El hombre, iluminado por el don de
la ciencia, descubre al mismo tiempo la distancia infinita que separa las cosas
del Creador, su limitación intrínseca, la insidia que puede surgir cuando, por
pecar, se abusa de ellas. Es un descubrimiento que lo lleva a darse cuenta con
tristeza de su miseria y lo empuja a recurrir con mayor entusiasmo y confianza
a quien es el único que puede saciar plenamente la necesidad del infinito que
lo persigue.
*Piedad: Sana
nuestro corazón de toda dureza y lo abre a la ternura hacia Dios como Padre y
hacia nuestros hermanos como Hijos del mismo Padre. ¡Grita todo el tiempo Abba,
Padre! un hábito sobrenatural infundido de gracia santificante para suscitar en
la voluntad un afecto filial hacia Dios considerado Padre y un sentimiento de
fraternidad universal hacia todos los hombres como hermanos e Hijos del mismo
Padre.
La ternura, como actitud
sinceramente filial hacia Dios, se expresa en la oración; la ternura, como
apertura fraterna hacia los demás, se manifiesta en la mansedumbre. Con el don
de la piedad, el Espíritu infunde en el creyente una nueva capacidad de amor
hacia los hermanos, haciendo de alguna manera su corazón partícipe de la misma
mansedumbre del Corazón de Cristo.
Además, el don de la
misericordia extingue en el corazón aquellas fuentes de tensión y división como
la amargura, la ira, la impaciencia, y lo alimenta con sentimientos de comprensión,
tolerancia y perdón.
*Temor de Dios:
Espíritu contrito ante Dios, consciente de la culpa y del castigo Divino, pero
en la fe en la Divina Misericordia. Temor de ofender a Dios, reconociendo humildemente
la debilidad inherente a todo ser humano.
Sobre todo: temor filial, que
es el amor de Dios, el alma se preocupa de no desagradar a Dios, amado como
Padre, de no ofenderlo en nada, de “permanecer” y crecer en la caridad (Juan
15,4-7). Pero Qué miedo no es ciertamente ese “temor de Dios” que nos empuja
evitar pensarlo o recordarlo como algo que perturba y preocupa. El creyente se
presenta y se coloca ante Dios con un “espíritu contrito” y un “corazón
humillado” (Sal 50/51,19), sabiendo que tendrá que esperar su propia salvación
“con temor y temblor”( Fil 12).
Sin embargo, esto no significa
miedo irracional, sino más bien sentido de responsabilidad y fidelidad a Su Ley.
Toda la práctica de las virtudes cristianas depende de este santo y justo
temor, unido en el alma al amor de Dios, y sobre todo a la humildad, la
templanza, la castidad y la mortificación de los sentidos.
El crecimiento en los dones
del Espíritu Santo forma perfecciones en el alma llamadas Frutos del Espíritu
Santo. La tradición de la Iglesia enumera doce de ellos: Caridad, Alegría, Paz,
Paciencia, Longanimidad, Bondad, Benevolencia, Mansedumbre, Fidelidad,
Modestia, Continencia y Castidad. (Gal 5,22-23)
Cuando el Espíritu Santo da
fruto en el alma, vence la duplicidad de la carne y da fruto. Al principio es
muy difícil practicar las virtudes. Pero si perseveráis dóciles al Espíritu
Santo, su acción en vosotros os hará cada vez más fácil la práctica, hasta que
seáis capaces de practicar con placer. Las virtudes serán entonces inspiradas
por el Espíritu Santo y se llamarán frutos del Espíritu Santo.
Los tres primeros frutos del
Espíritu Santo son la caridad, la alegría y la paz, que pertenecen sobre todo
al Espíritu Santo.
La caridad o amor ferviente da
la posesión de Dios. De la posesión de Dios surge la alegría, que no es otra
cosa que el descanso y contentamiento que se encuentra en el disfrute del bien
poseído.
La paz que, según San Agustín.
Es tranquilidad en orden, en orden mantiene el alma en posesión de alegría
contra todo lo contrario. Excluye cualquier tipo de confusión y miedo.
La paciencia modera la
tristeza, lleva a cuidar de los demás y a garantizar que compartimos lo que
tenemos. Bondad significa dulzura y este tipo de dulzura consiste en tratar a
los demás con paz, cordialidad, alegría sin sentir la dificultad que quien
tiene bondad siente sólo como una virtud y no como un fruto del Espíritu Santo.
La gran paciencia o la
perseverancia ayudan a permanecer fieles al Señor a largo plazo, previene el
aburrimiento y el disgusto que provienen del deseo del bien que se espera, o de
la lentitud y duración del bien que se hace, o del mal que se sufre y no de la
grandeza de la cosa misma ni de otras circunstancias.
La fe, como fruto del Espíritu
Santo, es cierta facilidad para aceptar todo lo que se debe creer, firmeza para
establecerse en ello, certeza de la verdad que se cree sin sentir repugnancia
ni dudas, ni aquellas oscuridades y obstinaciones que se pueden sentimos naturalmente
respecto a las cuestiones de fe.
El pudor regula los
movimientos del cuerpo, los gestos y las palabras, la manera adecuada muy
apropiada de vestir, de hablar, de caminar, reflejando la pureza del alma,
armonizando los labios, combinando la sencillez y la caridad con la sonrisa,
excluyendo lo áspero, vulgar e indecoroso. La templanza frena las horas
desordenadas de comer y beber, impidiendo los excesos que impedirían cometerlos;
y contiene la concupiscencia dentro de los justos límites.
La castidad es la victoria
obtenida sobre la carne y que hace del cristiano templo vivo del Espíritu
Santo.
Recordemos que la
santificación se atribuye de manera particular al Espíritu Santo, ya que todo
lo que el Espíritu Santo toca es santificado y transformado (Cirilo de
Jerusalén).
Aquí tienes las palabras de
algunos Santos dedicadas al Espíritu Santo, disfrútalas, vívelas y guárdalas en
tu corazón.
Todos los Santos testimonian
que el Espíritu es una fuerza que transforma la interioridad del hombre y de la
mujer. La prioridad es ante todo no pecar, ya que el “pecado mortal” expulsa a
el Espíritu, el “pecado venial” debilita su acción santificadora.
Atraer al Espíritu de Dios
para que tome posesión de su ser, enseña San Juan de Ávila, además de tener la
casa limpia, es necesario tenerlo en gran valor. “Sintamos grandemente de Él.
Sea Cristo quien nos introduzca en la morada más íntima del alma, donde habita
Dios Trinidad, de modo que participemos de su misma vida intradivina de amor.
Dice San Cirilo de Jerusalén: “El
Espíritu Santo, aunque es único, con un solo modo de ser e indivisible, reparte
la Gracia a cada uno como quiere. Y así como un tronco seco que recibe agua,
brota así el alma pecadora que, a través de La penitencia, me hago digno del Espíritu
Santo, produce frutos de Santidad y a pesar de tener una única e idéntica
manera de ser el Espíritu, bajo el impulso de Dios y en el Nombre de Cristo,
produce múltiples efectos.
Sabiduría:
iluminar la mente de los demás, con el don de profecía; a este último le concede
el poder de expulsar demonios, al primero le concede el don de interpretar las Divinas
Escrituras, fortalece, en unos, la templanza, en otros, le enseña a practicar
el ayuno y la misericordia. La vida ascética; al primero, para dominar las
pasiones; prepara al otro para el martirio, por eso se manifiesta diferente en
cada uno, pero nunca diferente de sí mismo, como está escrito: En cada uno se
manifiesta el Espíritu por el gen común. Llega manso y gentil, se le vive como
un finísimo y profundo, su yugo no puede ser más liviano. Rayos luminosos de
luz y conocimiento anuncian su venida. Se acerca con los tiernos sentimientos
de un verdadero protector: porque viene a salvar, a curar, a enseñar, a
consolar, a iluminar el alma, primero de quienes lo acogen, luego, a través de
él, de las de los demás.
Para San Agustín de Hipona “El Espíritu Santo convierte la multiplicidad en unidad, se apropia de ella con humildad y se distancia de ella con orgullo. Y agua que busca un corazón humilde, como lugar cóncavo donde detenerse; en cambio, ante la arrogancia del orgullo, como la altura de una colina, rechazada, cae. Por eso se ha dicho: “Dios resiste a los soberbios y en cambio da Su Gracia a los humildes” (Santiago 4,6). ¿Qué significa darles Gracia? Darles el Espíritu Santo. “Él los llena y los humilla porque en ellos encuentro la capacidad de acogerlo”. Y al tenerla merece tenerla más, y al tenerla más, puede amar más. Sin el Espíritu Santo no se puede amar a Cristo ni observar Sus Mandamientos. Entre los dones de Dios no hay ninguno más excelente que el amor al Espíritu Santo, es el don más exquisito de Dios”.
San Bernardo de Caraval
aconseja: “Si quieres que Dios te introduzca en su intimidad, asegúrate de que
el Espíritu Santo guíe tu vida y el Espíritu de Justicia tus relaciones con los
demás. Los pensamientos torcidos os alejan de Dios: por eso debéis pedir un
corazón puro, y esto se conseguirá si se renuevan interiormente con un espíritu
firme. Este Espíritu justo puede referirse al Hijo, que se despoja del viejo
hombre y se reviste del nuevo.
Renueva el núcleo de la
mentalidad para pensar correctamente y déjate gobernar por un espíritu nuevo,
no por un código anticuado. Es Él, quien inspira buenos pensamientos nos enseña
a ponerlos en práctica, para que la Gracia de Dios no sea estéril en la humanidad.
Es Él, quien les concede lo que piden y la Gracia de pedirlo. Aliento con santa
esperanza y doblego a Dios con compasión hacia sus Hijos.
San Francisco de Asís
menciona: “Las Santas virtudes, que son infundidas con la Gracia y la
iluminación del Espíritu Santo en los corazones de los fieles a Dios
interiormente purificados, interiormente iluminados y envalentonados por el
fuego del Espíritu Santo.
Sigue los pasos de tu amado
Hijo. Señor nuestro Jesucristo, y sólo con tu gracia alcanzarte Altísimo. Que
en la Trinidad perfecta y en la Unidad simple vives y reinas y eres glorificado,
Dios Todopoderoso, por los siglos de los siglos.
Así oraba Santa Catalina de
Siena al Espíritu Santo en todo momento: “Oh Espíritu Santo, ven a mi corazón y
con tu poder tráelo a mí, y dame caridad con temor. Cristo libérame con tu
Santísimo Amor Padre y dulce Señor, ayúdame en todos mis deberes”.
Escribe San Juan de Ávila: “Lo
primero que conviene para que el Espíritu Santo venga a nuestras ánimas, es que
sintamos grandemente de Él y que creamos que puede hacer mucho. Por
desconsolada que esté un ánima, basta Él a consolarla; por pobre que esté, a enriquecerla;
por tibia que esté, a encenderla; por flaca que esté, a inflamarla en ardentísima
devoción ¡Remedio para que venga el Espíritu Santo! Sentir de Él muy magníficamente.
Y así dice hablando de la grandeza del Espíritu Santo: El Poder de Dios es muy
grande, y de sólo los humildes es honrado. No vendrá el Espíritu Santo a ti, si
no tienes hambre de Él. Y los deseos que tienes de Dios. Aposentadores son de
Dios, y señal es que si tienes deseos de Dios, que presto vendrá a ti. No te
canses de desearlo, que, aunque te parezca que lo esperas y no viene y aunque te
parezca que le llamas y no te responde, persevera siempre en el deseo y no te
faltará.
Hermano ten confianza en Él,
que, aunque no viene cuando tú le llamas, Él vendrá cuando vea que te cumple.
Porque debes, hermano mío, asentar en tu corazón que, si estas desconsolado y
llamas al Espíritu Santo y no viene, es porque aún no tienes el deseo que
conviene para recibir a tal Huésped. Y si no viene, no es por qué no quiere
venir, no es por qué lo tiene olvidado, sino que, para que perseveres en este
deseo y perseverando hacerte capaz de Él, ensancharte ese corazón, hacer que
crezca la confianza, que de su parte te certifico que nadie lo llamo que siga
vacío de su consolación”.
Escribe Santa Teresa de Jesús: “Estando
un día muy penada por el remedio de la Orden, me dijo el Señor: “Haz lo que es
en ti y déjame tú a Mí y no te inquietes por nada; goza del bien que te ha sido
dado, que es muy grande; “Mi Padre se deleita contigo y el Espíritu Santo te
ama”. Después de esto, quédeme yo en la oración que traigo de estar el alma con
la Santísima Trinidad y parecíame que la Persona del Padre me llegaba a Sí y
decía palabras muy agradables. Entre ellas me dijo, mostrándome lo que quería: “Yo
te di a Mi Hijo y al Espíritu Santo y a esta Virgen. ¿Qué me puedes tú dar a Mí?
Entre tal Hijo y tal Padre forzado ha de estar el Espíritu Santo, que enamore
vuestra voluntad y os la ate a tan grandísimo amor.
Paréceme a mí que el Espíritu
Santo debe ser medianero entre el alma y Dios, y el que la mueve con tan
ardientes deseos, que la hace encender en fuego soberano, que tan cerca está.
¡Oh Señor, que son aquí las misericordias que usáis con el alma! Seáis bendito
y alabado por siempre, que tan buen amador sois, ¡Oh Dios mío y creador mío!
¿es posible que vaya nadie que no os ame?
Dice San Juan de la
Cruz: “La sequedad del espíritu es
también causa de impedir al alma el juego de la suavidad interior, cerrándole
la puerta por medio de la contínua oración y devoción. El Espíritu Santo es el
que ha de ahuyentar esta sequedad del alma y el que sustenta en ella y aumenta
el amor del Esposo, y también pone el alma en ejercicio interior de las
virtudes, todo a fin de que el Hijo de Dios, su Esposo, se goce y deleite más en
ella, porque toda su pretensión es dar contento al amado, y esta tal aspiración
del Espíritu Santo en el alma, con que Dios la transformo en sí, le es a ella
de tan subido, delicado y profundo deleite, porque el alma, unida y transformada
en Dios, aspira en Dios a Dios la misma aspiración Divina que Dios, estando
ella en Él transformada, aspira en sí mismo a ella”.
San Juan María Vianney
escribe: “El Espíritu Santo es luz y
fortaleza. el que distingue la verdad de la falsedad, el bien del mal, como
lupas que magnifican los objetos, el Espíritu Santo nos hace ver el bien y el
mal “a lo grande”. Con el Espíritu Santo todo se ve “grande”: la grandeza de
las más pequeñas acciones hechas por Dios, y la grandeza de las más pequeñas
faltas... Sin el Espíritu Santo somos como una piedra sobre la estirada. Coge una
esponja empapada en agua en una mano y un guijarro en la otra, exprímelas de la
misma forma. No saldrá nada del guijarro y verás salir mucha agua de la
esponja. La esponja es el alma llena del Espíritu Santo; y la piedra pequeña es
el corazón frío y duro donde no habita el Espíritu Santo. El Espíritu Santo es
quien forma pensamientos en el corazón de los justos y los que tienen el
Espíritu Santo son buenos... cuando tienes el Espíritu Santo, tu corazón se
expande y se sumerge en el Amor Divino. Deberíamos decir cada mañana: “Dios
mío, envíame tu Espíritu Santo para hacerme saber quién soy yo y quién eres Tú”.
Santa María de Jesús
Crucificado tenía una extraordinaria devoción al Espíritu
Santo, de sus labios surgía frecuentemente esta oración que le era revelada: “Espíritu
Santo, inspírame El Amor de Dios me consume: Por el camino verdadero guíame.
María Madre mía, mírame, con Jesús bendíceme, de todo mal, de toda ilusión, de
todo peligro, presérvame.”
Santo del Niño Jesús
recuerda: “El Espíritu Santo es el amor que da vida a la Iglesia, es su alma.
La caridad me dio la llave de mi vocación. Entendí que la Iglesia tiene un
corazón y ese corazón arde de amor. Comprendí que sólo el amor puede hacer
actuar a los miembros de la Iglesia; que, si el Amor se extinguiera, los
apóstoles ya no anunciarían el Evangelio y los mártires se negarían a derramar
su sangre. ¡Jesús, amor mío, por fin he encontrado mi vocación! El Amor es mi
vocación en el corazón de la Iglesia, Madre mía, seré amor... Así seré todo.”
Erika, tu vocación también es
el amor. En todo momento repite esta oración:
“Jesús mío, te amo, tu
Espíritu de Amor me quema con su fuego. Amándote atraigo al Padre, mi corazón
débil se entrega a Él sin reservas”. Pido a Jesús que me acerque a las Llamas
de Su Amor, que me una tan íntimamente a Él, que sea Él quien viva y actúe en
mí. Siento que cuanto más corazón, más fuerte diré: “Atráeme” y que cuanto más
se acerquen las almas a mí (pobre pedazo de hierro, si me alejo de la Hoguera
Divina), más rápidamente correrán tras los olores “de su Amado. Porque un alma
quemada de amor no puede estar inactiva.”
San Pablo VI
escribe: el Espíritu Santo es el alma de esta Iglesia. Es Él, quien explica a
los fieles el significado profundo de las Enseñanzas de Jesús y de su Misterio.
Es Él, quien hoy como en los inicios de la Iglesia, actúa en todo evangelizador
que se deja poseer y conducir por Él, y pone en sus labios palabras que por sí
solo no habría podido encontrar, predisponiendo también el alma del oyente para
hacerlo abierto y acogedor a la Buena Nueva y al Reino anunciado. El Espíritu
Santo es el principal agente de la evangelización: es él quien empuja a todos a
anunciar el Evangelio y quien, en lo profundo de su conciencia, les hace acoger
y comprender la Palabra de Salvación. Por Él la evangelización penetra en el
corazón, ya que es Él quien nos hace discernir los “signos de los tiempos” como
signos de Dios que la evangelización descubre y valoriza en la historia.
San Pío de Pietrelcina dice:
“El Espíritu Santo nos dice que, a medida que el alma se acerca a Dios, debe
prepararse para la prueba. No os asustéis por las innumerables tentaciones que
se presentan porque, el Espíritu Santo advierte a los devotos, alma que está
atenta: “Trata de avanzar en los caminos del Señor para prepararse para
enfrentar las tentaciones”.
San Luis María Grignion de
Monfort: “Cuanto más el Espíritu Santo encuentra a María en un
alma, más activo y poderoso se vuelve para reproducir a Jesucristo en esa alma,
y esa alma en Jesucristo”.
Ya que por Gracia Divina has recibido estas palabras para enriquecer tu conocimiento del Espíritu Santo, es importante que te consagres personalmente al Espíritu Santo todos los días. Puedes utilizarlas siguiendo la oración por guía. “Recibe, oh Espíritu Santo, la perfecta y absoluta consagración de todo mi ser, que te hago en este día para que te dignes ser de ahora en adelante, en cada uno de los momentos de mi vida, en cada una de mis acciones, sé mi director, mi luz, mi guía, mi fuerza y todo el amor de mi corazón”.
Me abandono sin reservas a Tus
Divinas operaciones y quiero ser siempre dócil a Tus santas inspiraciones. Oh
Espíritu Santo, dígnate formarme con María y en María, según el modelo de Tu
amado Jesús. Gloria al Padre Creador. Gloria al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu
Santo Santificador.
Espíritu Santo, Tú que me
aclaras todo, que iluminas todos los caminos para que pueda realizar mi ideal,
Tú que me das el don Divino de perdonar y olvidar el mal que me hacen y que
estás conmigo en cada momento de vida mía, en este breve diálogo, quiero agradecerte
por todo y confirmarte que nunca quiero separarme de Ti por muy grande que sea
la ilusión material: quiero estar Contigo y todos mis seres queridos en la
gloria perpetua. Gracias por Tu Misericordia para conmigo y mis seres queridos.
Gracias mi Dios.
Oh Espíritu Santo, Amor del
Padre y del Hijo, inspírame siempre lo que debo pensar, lo que debo decir, cómo
debo actuar, lo que debo hacer, para la gloria de Dios, el bien de las almas y
mi santificación.
Espíritu Santo, dame agudeza
de entendimiento, capacidad de retener, método y facultad de aprender,
refinamiento para interpretar, gracia y eficacia para hablar. Dame éxito cuando
empieces, dirección cuando termines. Amén
Para concluir este maravilloso
Mensaje, den gracias a la Santísima Trinidad y a Su Madre Eterna, que, a través
de esta hermosa catequesis sobre el Espíritu Santo, les han mostrado a todos
ustedes infinito amor y misericordia.
Los Ángeles Guardianes son
mensajeros personales de todo ser humano, encargados de llevar sus oraciones a
Nuestro Padre Eterno y viceversa. Por tanto, acoged con amor y gratitud la
bendición eterna de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo y de la siempre
Virgen María, Reina de los Ángeles y Madre de la humanidad, bendición con la que
se sella este Mensaje y todos quienes lo reciben y lo aceptan con humildad en
su corazón.
AMEN, AMEN, AMEN
El MIDP certifica que este Mensaje dado a la Profeta "E", es autentico
viernes, 12 de abril de 2024
ORACION PODEROSA PARA VENCER A SATANAS
ORACION PODEROSA PARA VENCER A SATANAS
ORACION DICTADA POR DIOS PADRE A JV PARA PROTEGERNOS CONTRA SATANAS EN ESTOS TIEMPOS DE ATAQUE Y TRIBULACION: "SATANAS NO SOPORTA MI AMOR Y LE QUITARAN MUCHA FUERZA Y QUIZA HASTA LO PODRAN VENCER".
jueves, 7 de marzo de 2024
LEVANTAD A MEXICO: OREN, ES VUESTRA OPORTUNIDAD.
Es
la hora del Amor
Misericordioso
de Nuestro Dios sobre
vosotros, sois hijos de Dios, hijos
Míos, y
entre todos, en oración, levantad a Nuestro
México, dado al Profeta J. V. el 11 de
diciembre del 2023
https://devotos-de-la-virgen-de-guadalupe.blogspot.com/
Rosario – Mensaje ÚNICO
Mensaje de La Santísima Virgen de
Guadalupe a J. V.
Habla La Santísima Virgen de Guadalupe.
Hijitos Míos, Soy vuestra Madre, en la
Advocación de Guadalupe. En Mi Aparición en el cerrito y en esos tiempos, que
eran tiempos de Tribulación de los primeros pobladores con la conversión de su
primer grupo de unión, en donde se daba ya, la sangre, la nueva sangre de
México, la sangre de los mexicas con la española. Yo vine a uniros, Mis
pequeños, vine a unir lo que sería la nueva sangre, la sangre del México que
vivís todos vosotros.
Os repito, eran tiempos de Tribulación,
acababan de tener guerras tremendas en la conquista; y ahora os repito esas
palabras con las que Me presenté a Juan Diego, cuando él, también, estaba en
tribulación: ¿Qué no estoy Yo aquí, que Soy vuestra Madre? Estáis ahora en
tiempos de tribulación muy fuerte, Mis pequeños. No solamente en Mi México,
sino en todo el mundo, pero, Me centraré en Mi México.
Esta nueva raza, que se formaba y que
Yo, en cierta forma, bautizaba y apoyaba, formaba una Alianza, la de aquí de
los mexicas con los españoles.
Vine a traer la unión, vine a traeros Paz
y Alegría en Mi Hijo, Alegría en Dios, el Dios Verdadero. Venía a apoyar, aquí, la Vida de Mi
Hijo, que ya se les enseñaba a los pobladores, y que llegó de España, a través
de Mis hijos predilectos (la Virgen se refiere a Sus hijos Sacerdotes).
Una nueva vida, el nuevo mundo, unas
nuevas tierras, a las que Yo, vuestra Madre, cuidaba y cuidaría y apoyaría para
siempre.
Mis pequeños, es Mi México lleno de
tribulaciones, y estas tribulaciones, causadas, precisamente, por la envidia de
satanás. Aquí, es en donde el
Satanás,
celoso, por Mi Amor hacia vosotros, Mis hijos mexicanos, desde aquel tiempo, ha
venido tratando de destruiros, de destruir estas tierras bendecidas por Mi
Padre, vuestro Padre, Nuestro Dios, y no podrá destruiros, porque,
principalmente, Él, en Su Santísima Trinidad, vela por todos vosotros, y que es
algo que vosotros mismos, mexicanos, no habéis aprovechado ni agradecido.
Sois un pueblo predilecto por Dios, y que se Me dio a Mí, vuestra Madre,
para cuidaros, y hacer de este México, una gran tierra de Amor, la gran tierra
del Nuevo Mundo. Por eso, tenéis ahora, este gran, gran,
problema de tribulación, causado
por vuestros gobernantes, pero atrás de ellos comandados por satanás- con leyes
del aborto, eutanasia y uniones homosexuales y e crimen organizado ( https://vidahumanamaravillosa.blogspot.com
).
Como en aquel tiempo, la tribulación, como
os expliqué, se dio al principio de esta unión de razas, ahora, satanás quiere
destruiros, como ha querido hacerlo desde hace tiempo, desde la unión de razas
y no ha podido. Y quiero
que esto lo meditéis, Mis pequeños, para que os deis cuenta de cómo habéis sido
protegidos por tanto tiempo, pero, vosotros habéis desperdiciado esta Gracia
tan grande, de que sois protegidos por el Cielo. No habéis puesto gran cosa de vuestra
parte, porque, si hubierais mantenido esa alegría del principio, de ser un
pueblo escogido, y os hubierais mantenido en oración, en alegría, en Gracia,
hubierais terminado con la fuerza de satanás desde aquel tiempo, pero, habéis
desperdiciado tanto.
Pero, os vengo a dar una buena noticia,
Mis pequeños, el tiempo de satanás ha terminado, la tribulación para vosotros,
Mi pueblo mexicano, pronto terminará.
Tendréis, nuevamente, una libertad
grande, que os dará Nuestro Padre Dios y que Yo, vuestra Madre, mantendré
cuidándoos, contra aquél que tanto ha tratado de destruiros.
Sois un pueblo escogido, ya es hora de
que vosotros entendáis esta predilección del Cielo y que os comportéis como
debéis comportaros, como hijos de Dios, hijos Míos, consagrados a Mi Inmaculado
Corazón. ¡Ya este es el tiempo de la liberación de vuestro país, Mi país!
Orad, intensamente, porque satanás, todavía,
dará sus coletazos malévolos para tratar de destruiros, pero, la oración de
parte vuestra, lo vencerá. Son los últimos momentos de satanás y el
principio de vuestra liberación.
Agradeced, pues, a Nuestro Padre Dios, al
que le debéis todo, y a Mí, vuestra Madre Santísima, que os hemos venido
cuidando y que seguiremos cuidándoos, para hacer de esta nación, una gran
nación ante el Mundo entero. Os repito, sois hijos de Dios, vuestra Patria fue
escogida para algo grande en lo futuro, agradeced a nuestro Dios y Señor,
humillaos ante él, y sed como Mi pequeño hijo Juan Diego, que se ganó el Cielo,
al servirMe a Mí en Sencillez, en Humildad y con un gran amor.
Es vuestro tiempo, aprovechadlo, Mis
pequeños.
Es la hora del Amor Misericordioso de
Nuestro Dios sobre vosotros, sois hijos de Dios, hijos Míos, y entre todos, en
oración, levantad a Nuestro México.
Gracias, Mis pequeños.
Ver Mensajes al Profeta J.V. en
https://www.diospadresemanifiesta.com
sábado, 20 de enero de 2024
Cruz pagana de Bergoglio: NO ES CRUZ DEL BUEN PASTOR y Herejias y Blasfemias de Francisco
¿Cruz del Buen Pastor o Cruz Sectaria y Pagana la cruz pectoral de Francisco¿
El Engaño de la Propaganda en TV
Bergoglio cambia su cruz masónica
pagana 👉🏻 Monseñor también - Visión sobre el
crucifijo 💥 Francisco
https://www.youtube.com/watch?v=kweodwEIs8I
Blasfemias y Herejias de Bergoglio falso profeta (Apoc.13)
Papa Francisco dice: "POR LAS
VENAS DE JESÚS CORRE SANGRE PAGANA"
https://www.youtube.com/watch?v=zvKTYYhk28g
La Blasfemia Más Grande Del Papa
Francisco
https://www.youtube.com/watch?v=S6L9DwwRcRM
domingo, 7 de enero de 2024
Bendecir a los homosexuales es bendecir sus prácticas abominables.
DICASTERIO PARA LA DOCTRINA DE LA FE
Declaración
Fiducia supplicans
sobre el sentido pastoral de las bendiciones
·
Jesús NO contradice los Mandamientos de Su Padre,
un documento de lenguaje mañoso como Bergoglio y “el sínodo de la sensualidad”:
bendecir a los homosexuales es bendecir sus prácticas abominables.
Presentación
La presente Declaración ha
tomado en consideración varias cuestiones que han llegado a este Dicasterio
tanto en años pasados como más recientemente. Para su redacción, como es
práctica habitual, se consultó a expertos, se llevó a cabo un amplio proceso de
elaboración y el borrador se debatió en el Congreso de la Sección Doctrinal del
Dicasterio. Durante este tiempo de elaboración del documento, no faltaron las
conversaciones con el Santo Padre. Finalmente, la Declaración fue
presentada al Santo Padre, que la aprobó con su firma.
Durante el estudio de la materia
objeto de este documento, se dio a conocer la respuesta del Santo Padre a
los Dubia de algunos Cardenales, que aportó importantes
precisiones para la reflexión que ahora se ofrece aquí, y que representa un
elemento decisivo para el trabajo del Dicasterio. Dado que «la Curia Romana es,
en primer lugar, un instrumento de servicio para el sucesor de Pedro» (Const.
Ap. Praedicate Evangelium, II, 1), nuestro
trabajo debe favorecer, junto a la comprensión de la doctrina perenne de la
Iglesia, la recepción de la enseñanza del Santo Padre.
Como en la ya citada respuesta
del Santo Padre a los Dubia de dos Cardenales, la presente
Declaración se mantiene firme en la doctrina tradicional de la Iglesia sobre el
matrimonio, no permitiendo ningún tipo de rito litúrgico o bendición similar a
un rito litúrgico que pueda causar confusión. No obstante, el valor de este
documento es ofrecer una contribución específica e innovadora al
significado pastoral de las bendiciones, que permite ampliar y enriquecer
la comprensión clásica de las bendiciones estrechamente vinculada a una
perspectiva litúrgica. Tal reflexión teológica, basada en la visión pastoral
del Papa Francisco, implica un verdadero desarrollo de lo que se ha dicho sobre
las bendiciones en el Magisterio y en los textos oficiales de la Iglesia. Esto explica que el texto haya adoptado la forma de una “Declaración”.
Y es precisamente en este
contexto en el que se puede entender la posibilidad de bendecir a las parejas
en situaciones irregulares y a las parejas del mismo sexo, sin convalidar oficialmente su status ni
alterar en modo alguno la enseñanza perenne de la Iglesia sobre el
Matrimonio.
La presente Declaración quiere
ser también un homenaje al Pueblo fiel de Dios, que adora al Señor con tantos gestos de profunda confianza en su
misericordia y que, con esta actitud, viene
constantemente a pedir a la madre Iglesia una bendición.
Víctor
Manuel Card. FERNÁNDEZ
Prefecto
Introducción
1. La confianza suplicante del
Pueblo fiel de Dios recibe el don de la bendición que brota del corazón de
cristo a través de su Iglesia.? Como
recuerda puntualmente el Papa Francisco, «la gran bendición de Dios es Jesucristo,
es el gran don de Dios, su Hijo. (El juego de palabras Mañoso de
Bergoglio de la paxis Jesuita del Sínodo: ¿Jesús va contra los Mandamientos
de Su Padre?) Es una
bendición para toda la humanidad, es una bendición que nos ha salvado a todos.
Él es la Palabra eterna con la que el Padre nos ha bendecido “siendo nosotros
todavía pecadores” (Rm 5,8) dice san Pablo: Palabra hecha carne y
ofrecida por nosotros en la cruz».[1]
2. Sostenido por una verdad tan
grande y consoladora, este Dicasterio ha tomado en consideración algunas
preguntas, tanto formales como informales, sobre la posibilidad de bendecir
parejas del mismo sexo y sobre la posibilidad de ofrecer nuevas precisiones, a
la luz de la actitud paterna y pastoral del Papa Francisco, sobre el Responsum
ad dubium[2] formulado
por la entonces Congregación para la Doctrina de la Fe y publicado el 22 de
febrero de 2021.
3. Dicho Responsum ha
suscitado no pocas y diferentes reacciones: algunos han acogido con beneplácito
la claridad de este documento y su coherencia con la constante enseñanza de la
Iglesia; otros no han compartido la respuesta negativa a la pregunta o no la
han considerado suficientemente clara en su formulación o en las motivaciones
expuestas en la Nota explicativa adjunta. Para salir al
encuentro, con caridad fraterna, a estos últimos, parece oportuno retomar el
tema y ofrecer una visión que componga con coherencia los aspectos doctrinales
con aquellos pastorales, porque «todo adoctrinamiento ha de situarse en la
actitud evangelizadora que despierte la adhesión del corazón con la cercanía,
el amor y el testimonio».[3]
I. La bendición en el sacramento
del matrimonio
4. La reciente respuesta del
Santo Padre Francisco a la segunda de las cinco preguntas propuestas por dos
Cardenales[4] ofrece
la posibilidad de profundizar más en el tema, sobre todo en sus consecuencias
de orden pastoral. Se trata de evitar que «se reconoce como matrimonio algo que
no lo es».[5] Por
lo tanto son inadmisibles ritos y oraciones que puedan crear confusión entre lo
que es constitutivo del matrimonio, como «unión exclusiva, estable e
indisoluble entre un varón y una mujer, naturalmente abierta a engendrar
hijos»,[6] y
lo que lo contradice. Esta convicción está fundada sobre la perenne doctrina
católica del matrimonio. Solo en este contexto las relaciones sexuales
encuentran su sentido natural, adecuado y plenamente humano. La doctrina de la
Iglesia sobre este punto se mantiene firme.
5. Esta es también la
comprensión del matrimonio ofrecida por el Evangelio. Por este motivo, a
propósito de las bendiciones, la Iglesia tiene el derecho y el deber de
evitar cualquier tipo de rito que pueda contradecir esta convicción o llevar a
cualquier confusión. Tal es también el sentido del Responsum de
la entonces Congregación para la Doctrina de la Fe donde se afirma que la
Iglesia no tiene el poder de impartir la bendición a uniones entre personas del
mismo sexo.
6. Hay que subrayar que,
precisamente en el caso del rito del sacramento del matrimonio, no se trata de
una bendición cualquiera, sino del gesto reservado al ministro ordenado. En
este caso, la bendición del ministro ordenado está directamente conectada a la
unión específica de un hombre y de una mujer que, con su consentimiento
establecen una alianza exclusiva e indisoluble. Esto nos permite evidenciar
mejor el riesgo de confundir una bendición, dada a cualquier otra unión, con el
rito propio del sacramento del matrimonio.
II. El sentido de las distintas
bendiciones
7. Por otra parte, la respuesta
del Santo Padre, anteriormente mencionada, nos invita
a hacer el esfuerzo de ampliar y enriquecer el sentido de las bendiciones.?
8. Las bendiciones pueden
considerarse entre los sacramentales más difundidos y en continua evolución.
Ellas, de hecho, nos llevan a captar la presencia de Dios en todos los
acontecimientos de la vida y recuerdan que, incluso cuando utiliza las cosas
creadas, el ser humano está invitado a buscar a Dios, a amarle y a servirle
fielmente.[7] Por
este motivo, las bendiciones tienen por destinatarios las personas, los objetos
de culto y de devoción, las imágenes sagradas, los lugares de vida, de trabajo
y de sufrimiento, los frutos de la tierra y del trabajo humano, y todas las
realidades creadas que remiten al Creador y que, con su belleza, lo alaban y
bendicen.
El sentido litúrgico de los
ritos de bendición
9. Desde un punto de vista
estrictamente litúrgico, la bendición requiere que aquello que se bendice sea
conforme a la voluntad de Dios manifestada en las enseñanzas de la Iglesia.
10. Las bendiciones se celebran,
de hecho, en virtud de la fe y se ordenan a la alabanza de Dios y al provecho
espiritual de su pueblo. Como explica el Ritual Romano, «para que esto se vea
más claro, las fórmulas de bendición, según la antigua tradición, tienden como
objetivo principal a glorificar a Dios por sus dones, impetrar sus beneficios y
alejar del mundo el poder del maligno».[8] Por
ello, se invita a quienes invocan la bendición de Dios a través de la Iglesia a
intensificar «sus disposiciones internas en aquella fe para la cual nada hay
imposible» y a confiar en «aquella caridad que apremia a guardar los
mandamientos de Dios».[9] Por
eso, mientras que por un lado «siempre y en todo lugar se nos ofrece la ocasión
de alabar a Dios por Cristo en el Espíritu Santo, de invocarlo y darle
gracias», por otra parte la preocupación es «que se trate de cosas, lugares o
circunstancias que no contradigan la norma o el espíritu del Evangelio».[10] Esta
es una comprensión litúrgica de las bendiciones, en cuanto se convierten en
ritos propuestos oficialmente por la Iglesia.
11. Basándose en estas
consideraciones, la Nota explicativa del citado Responsum de
la entonces Congregación para la Doctrina de la Fe recuerda que cuando, con un
rito litúrgico adecuado, se invoca una bendición sobre algunas relaciones
humanas, lo que se bendice debe poder corresponder a los designios de Dios
inscritos en la Creación y plenamente revelados por Cristo el Señor. Por ello,
dado que la Iglesia siempre ha considerado moralmente lícitas sólo las
relaciones sexuales que se viven dentro del matrimonio, no tiene potestad para
conferir su bendición litúrgica cuando ésta, de alguna manera, puede ofrecer
una forma de legitimidad moral a una unión que presume de ser un matrimonio o a
una práctica sexual extramatrimonial. La sustancia de este pronunciamiento fue
reiterada por el Santo Padre en su Respuestas a los Dubia de
dos Cardenales.
12. Se debe también evitar el
riesgo de reducir el sentido de las bendiciones solo a este punto de vista,
porque nos llevaría a pretender, para una simple bendición, las mismas
condiciones morales que se piden para la recepción de los sacramentos. Este riesgo
exige que se amplíe más esta perspectiva. De hecho, existe el peligro que un
gesto pastoral, tan querido y difundido, se someta a demasiados requisitos
morales previos que, bajo la pretensión de control, podrían eclipsar la fuerza
incondicional del amor de Dios en la que se basa el gesto de la bendición.
13. Precisamente a este
respecto, el Papa Francisco nos instó a no «perder la caridad pastoral, que
debe atravesar todas nuestras decisiones y actitudes» y a evitar ser «jueces
que sólo niegan, rechazan, excluyen».[11] A
continuación respondemos a su propuesta desarrollando una comprensión más
amplia de las bendiciones.
Las bendiciones en la Sagrada
Escritura
14. Para reflexionar sobre las
bendiciones, recogiendo distintos puntos de vista, necesitamos dejarnos
iluminar ante todo por la voz de la Sagrada Escritura.
15. «El Señor te bendiga y te
proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El
Señor te muestre su rostro y te conceda la paz» (Nm 6, 24-26). Esta
“bendición sacerdotal” que encontramos en el Antiguo Testamento, precisamente
en el libro de los Números, tiene un carácter “descendente” porque representa
la invocación de la bendición que desde Dios desciende sobre el hombre: esta
constituye uno de los textos más antiguos de bendición divina. Existe además un
segundo tipo de bendición que encontramos en las páginas bíblicas, aquella que
“sube” desde la tierra al cielo, hacia Dios. Bendecir
equivale a alabar, celebrar, agradecer a Dios por su misericordia y fidelidad,
por las maravillas que ha creado y por todo aquello que sucedió por su voluntad:
«Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre» (Sal 103,
1).
16. A Dios que bendice, también
nosotros respondemos bendiciendo. Melquisedec, rey de Salem, bendice a Abrán
(cfr. Gen 14, 19); Rebecca es bendecida por sus familiares,
poco antes de convertirse en la esposa de Isaac (cfr. Gen 24,
60), el cuál, a su vez, bendice su hijo Jacob (cfr. Gen 27,
27). Jacob bendice al faraón (cfr. Gen 47, 10), a sus nietos
Efraín y Manasés (cfr. Gen 48, 20) y a todos sus doce hijos
(cfr. Gen 49, 28). Moisés y Aarón bendicen a la comunidad
(cfr. Ex 39, 43; Lev 9, 22). Los cabeza de
familia bendicen los hijos con ocasión de los matrimonios, antes de emprender
un viaje, en la cercanía de la muerte. Estas bendiciones aparecen como un don
sobreabundante e incondicionado.
17. La bendición presente en el
Nuevo Testamento conserva, sustancialmente, el mismo significado
veterotestamentario. Encontramos el don divino que “desciende”, el
agradecimiento del hombre que “asciende” y la bendición impartida del hombre
que “se extiende” hacia sus iguales. Zacarías, tras haber recuperado el uso de
la palabra, bendice al Señor por sus admirables obras (cfr. Lc 1,
64). El anciano Simeón, mientras tiene entre los brazos a Jesús recién nacido,
bendice a Dios por haberle concedido la gracia de contemplar al Mesías salvador
y luego bendice a sus padres María y José (cfr. Lc 2, 34).
Jesús bendice al Padre, en el celebre himno de alabanza y de júbilo a Él
dirigido: «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra» (Mt 11,
25).
18. En continuidad con el
Antiguo Testamento, la bendición en Jesús no es solo ascendente, en referencia
al Padre, sino también descendente, vertida sobre los otros como gesto de
gracia, protección y bondad. El propio Jesús llevó a cabo y promovió esta práctica.
Por ejemplo, bendice a los niños: «Y tomándolos en brazos los bendecía
imponiéndoles las manos» (Mc 10, 16). Y la historia terrenal de
Jesús terminará precisamente con una bendición final reservada a los Once, poco
antes de subir al Padre: «y, levantando sus manos, los bendijo. Y mientras los
bendecía, se separó de ellos, y fue llevado hacia el cielo». La última imagen
de Jesús en la tierra son sus manos alzadas, en el acto de bendecir.
19. En su misterio de amor, a
través de Cristo, Dios comunica a su Iglesia el poder de bendecir. Concedida
por Dios al ser humano y otorgada por estos al prójimo, la bendición se
transforma en inclusión, solidaridad y pacificación. Es un mensaje positivo de
consuelo, atención y aliento. La bendición expresa el abrazo misericordioso de
Dios y la maternidad de la Iglesia que invita al fiel a tener los mismos
sentimientos de Dios hacia sus propios hermanos y hermanas.
Una comprensión
teológico-pastoral de las bendiciones
20. Quien pide una bendición se
muestra necesitado de la presencia salvífica de Dios en su historia, y quien
pide una bendición a la Iglesia reconoce a esta última como sacramento de la
salvación que Dios ofrece. Buscar la bendición en la Iglesia es admitir que la
vida eclesial brota de las entrañas de la misericordia de Dios y nos ayuda a
seguir adelante, a vivir mejor, a responder a la voluntad del Señor.
21. Para ayudarnos a comprender
el valor de un enfoque mayormente pastoral de las bendiciones, el Papa
Francisco nos instó a contemplar, con actitud de fe y paternal misericordia, el
hecho que «cuando se pide una bendición se está expresando un pedido de auxilio
a Dios, un ruego para poder vivir mejor, una confianza en un Padre que puede
ayudarnos a vivir mejor».[12] Esta
petición debe ser, en todos los sentidos, valorada, acompañada y recibida con
gratitud. Las personas que vienen espontáneamente a pedir una bendición
muestran con esta petición su sincera apertura a la trascendencia, la confianza
de su corazón que no se fía solo de sus propias fuerzas, su necesidad de Dios y
el deseo de salir de las estrechas medidas de este mundo encerrado en sus
límites.
22. Como nos enseña santa Teresa
del Niño Jesús, más allá de esta confianza «no hay otro camino por donde
podamos ser conducidos al Amor que todo lo da. Con la confianza, el manantial
de la gracia desborda en nuestras vidas […]. La actitud más adecuada es
depositar la confianza del corazón fuera de nosotros mismos: en la infinita
misericordia de un Dios que ama sin límites […]. El pecado del mundo es
inmenso, pero no es infinito. En cambio, el amor misericordioso del Redentor,
este sí es infinito».[13]
23. Cuando estas expresiones de
fe vienen consideradas fuera de un marco litúrgico, uno se encuentra en un
ámbito de mayor espontaneidad y libertad, pero «la libertad frente a los
ejercicios de piedad, no debe significar, por lo tanto, escasa consideración ni
desprecio de los mismos. La vía a seguir es la de valorar correcta y sabiamente
las no escasas riquezas de la piedad popular, las potencialidades que
encierra».[14] Las
bendiciones se convierten así en un recurso pastoral a valorar en lugar de un
riesgo o un problema.
24. Consideradas desde el punto
de vista de la pastoral popular, las bendiciones son valoradas como actos de
devoción que «encuentran su lugar propio fuera de la celebración de la
Eucaristía y de los otros sacramentos […]. El lenguaje, el ritmo, el desarrollo
y los acentos teológicos de la piedad popular se diferencian de los
correspondientes de las acciones litúrgicas». Por ésa misma razón «hay que
evitar añadir modos propios de la “celebración litúrgica” a los ejercicios de
piedad, que deben conservar su estilo, su simplicidad y su lenguaje
característico».[15]
25. La Iglesia, también, debe
evitar el apoyar su praxis pastoral en la rigidez de algunos esquemas
doctrinales o disciplinares, sobre todo cuando dan «lugar a un elitismo
narcisista y autoritario, donde en lugar de evangelizar lo que se hace es
analizar y clasificar a los demás, y en lugar de facilitar el acceso a la
gracia se gastan las energías en controlar».[16] Por
lo tanto, cuando las personas invocan una bendición no se debería someter a un
análisis moral exhaustivo como condición previa para poderla conferir. No se
les debe pedir una perfección moral previa.
26. En esta perspectiva,
la Respuestas del Santo Padre ayudan a profundizar mejor,
desde el punto de vista pastoral, el pronunciamiento formulado por la entonces
Congregación para la Doctrina de la Fe en el 2021, porqué invitan de hecho a un
discernimiento en relación con la posibilidad de «formas de bendición,
solicitadas por una o por varias personas, que no transmitan una concepción
equivocada del matrimonio»[17] y
que también tengan en cuenta el hecho que en situaciones moralmente
inaceptables desde un punto de vista objetivo, «la misma caridad pastoral nos
exige no tratar sin más de “pecadores” a otras personas cuya culpabilidad o
responsabilidad pueden estar atenuadas por diversos factores que influyen en la
imputabilidad subjetiva».[18]
27. En la catequesis citada al
inicio de esta Declaración, el Papa Francisco propuso una descripción de este
tipo de bendiciones que se ofrecen a todos, sin pedir nada. Vale la pena leer
con corazón abierto estas palabras que nos ayudan a acoger el sentido pastoral
de las bendiciones ofrecidas sin condiciones: «Es Dios que bendice. En las
primeras páginas de la Biblia es un continuo repetirse de bendiciones. Dios
bendice, pero también los hombres bendicen, y pronto se descubre que la
bendición posee una fuerza especial, que acompaña para toda la vida a quien la
recibe, y dispone el corazón del hombre a dejarse cambiar por Dios […]. Así
nosotros para Dios somos más importantes que todos los pecados que nosotros
podamos hacer, porque Él es padre, es madre, es amor puro, Él nos ha bendecido
para siempre. Y no dejará nunca de bendecirnos. Una experiencia intensa es la
de leer estos textos bíblicos de bendición en una prisión, o en un centro de
desintoxicación. Hacer sentir a esas personas que permanecen bendecidas no
obstante sus graves errores, que el Padre celeste sigue queriendo su bien y
esperando que se abran finalmente al bien. Si incluso sus parientes más
cercanos les han abandonado, porque ya les juzgan como irrecuperables, para
Dios son siempre hijos».[19]
28. Existen diversas ocasiones
en las cuales las personas se acercan espontáneamente a pedir una bendición,
tanto en las peregrinaciones, en los santuarios y también en la calle cuando se
encuentran con un sacerdote. Como ejemplo, podemos recurrir al libro
litúrgico De Benedictionibus que prevé una serie de ritos de
bendición para las personas: ancianos, enfermos, participantes en la catequesis
o en un encuentro de oración, peregrinos, aquellos que inician un camino,
grupos y asociaciones de voluntarios, etc. Tales bendiciones se dirigen a
todos, ninguno puede ser excluido. En los preámbulos del Rito de
bendición de los ancianos, por ejemplo, se afirma que el objetivo de esta
bendición es «que los ancianos reciban de los hermanos un testimonio de respeto
y de agradecimiento. Al mismo tiempo nosotros, junto con ellos, damos gracias a
Dios por los beneficios que de él han recibido y por las buenas obras que han
realizado con su ayuda».[20] En
este caso, el objeto de la bendición es la persona del anciano, por quien y con
quien se da gracias a Dios por el bien por él realizado y por los beneficios
recibidos. A ninguno se puede impedir esta acción de gracias y cada uno,
incluso si vive en situaciones no ordenadas al designio del Creador, posee
elementos positivos por los cuales alabar al Señor.
29. Desde la perspectiva de la
dimensión ascendente, cuando se toma conciencia de los dones del Señor y de su
amor incondicional, incluso en situaciones de pecado, sobre todo cuando se
escucha una oración, el corazón creyente eleva su alabanza y bendición a Dios.
Esta forma de bendición no se impide a nadie. Todos – individualmente o en
unión con otros – pueden elevar a Dios su alabanza y su gratitud.
30. Pero el sentido popular de
las bendiciones incluye también el valor de la bendición descendente. Si «no es
conveniente que una Diócesis, una Conferencia Episcopal o cualquier otra
estructura eclesial habiliten constantemente y de modo oficial procedimientos o
ritos para todo tipo de asuntos»,[21] la
prudencia y la sabiduría pastoral pueden sugerir que, evitando formas graves de
escándalo o confusión entre los fieles, el ministro ordenado se una a la
oración de aquellas personas que, aunque estén en una unión que en modo alguno
puede parangonarse al matrimonio, desean encomendarse al Señor y a su
misericordia, invocar su ayuda, dejarse guiar hacia una mayor comprensión de su
designio de amor y de vida.
III. Las bendiciones de parejas
en situaciones irregulares y de parejas del mismo sexo
31. En el horizonte aquí
delineado se coloca la posibilidad de bendiciones de parejas en situaciones
irregulares y de parejas del mismo sexo, cuya forma no debe encontrar ninguna
fijación ritual por parte de las autoridades eclesiásticas, para no producir
confusión con la bendición propia del sacramento del matrimonio. En estos
casos, se imparte una bendición que no sólo tiene un valor ascendente, sino que
es también la invocación de una bendición descendente del mismo Dios sobre
aquellos que, reconociéndose desamparados y necesitados de su ayuda, no
pretenden la legitimidad de su propio status, sino que ruegan
que todo lo que hay de verdadero, bueno y humanamente válido en sus vidas y
relaciones, sea investido, santificado y elevado por la presencia del Espíritu
Santo. Estas formas de bendición expresan una súplica a Dios para que conceda
aquellas ayudas que provienen de los impulsos de su Espíritu – que la teología
clásica llama “gracias actuales” – para que las relaciones humanas puedan
madurar y crecer en la fidelidad al mensaje del Evangelio, liberarse de sus
imperfecciones y fragilidades y expresarse en la dimensión siempre más grande
del amor divino.
32. La gracia de Dios, de hecho,
actúa en la vida de aquellos que no se consideran justos, sino que se reconocen
humildemente pecadores como todos. Es capaz de dirigirlo todo según los
designios misteriosos e imprevisibles de Dios. Por eso, con incansable
sabiduría y maternidad, la Iglesia acoge a todos los que se acercan a Dios con
corazón humilde, acompañándolos con aquellos auxilios espirituales que permiten
a todos comprender y realizar plenamente la voluntad de Dios en su existencia.[22]
33. Es esta una bendición que,
aunque no se incluya en un rito litúrgico,[23] une
la oración de intercesión a la invocación de ayuda de Dios de aquellos que se
dirigen humildemente a Él. ¡Dios no aleja nunca al que se acerca a Él! Al fin y
al cabo, la bendición ofrece a las personas un medio para acrecentar su
confianza en Dios. La petición de una bendición expresa y alimenta la apertura
a la trascendencia, la piedad y la cercanía a Dios en mil circunstancias
concretas de la vida, y esto no es poca cosa en el mundo en el que vivimos. Es
una semilla del Espíritu Santo que hay que cuidar, no obstaculizar.
34. La misma liturgia de la
Iglesia nos invita a esta actitud confiada, también en medio de nuestros
pecados, falta de méritos, debilidades y confusiones como da testimonio esta
bellísima oración colecta tomada del Misal Romano: «Dios todopoderoso y eterno ,que
con amor generoso desbordas los méritos y deseos de los que te suplican,
derrama sobre nosotros tu misericordia, para que libres nuestra conciencia de
toda inquietud y nos concedas aun aquello que no nos atrevemos a pedir»
(XXVII Domingo del Tiempo Ordinario). Cuantas veces, de hecho,
a través de una simple bendición del pastor, que en este gesto no pretende
sancionar ni legitimar nada, las personas pueden experimentar la cercanía del
Padre que desborda “los méritos y deseos”.
35. Por lo tanto, la
sensibilidad pastoral de los ministros ordenados debería educarse, también,
para realizar espontáneamente bendiciones que no se encuentran en el
Bendicional.
36. En este sentido, es esencial
acoger la preocupación del Papa, para que estas bendiciones no ritualizadas no
dejen de ser un simple gesto que proporciona un medio eficaz para hacer crecer
la confianza en Dios en las personas que la piden, evitando que se conviertan
en un acto litúrgico o semi-litúrgico, semejante a un sacramento. Esto
constituiría un grave empobrecimiento, porque sometería un gesto de gran valor
en la piedad popular a un control excesivo, que privaría a los ministros de
libertad y espontaneidad en el acompañamiento de la vida de las personas.
37. A este respecto, vienen a la
mente las siguientes palabras, en parte ya citadas, del Santo Padre: «Las
decisiones que, en determinadas circunstancias, pueden formar parte de la
prudencia pastoral, no necesariamente deben convertirse en una norma. Es decir,
no es conveniente que una Diócesis, una Conferencia Episcopal o cualquier otra
estructura eclesial habiliten constantemente y de modo oficial procedimientos o
ritos para todo tipo de asuntos […] El Derecho Canónico no debe ni puede
abarcarlo todo, y tampoco deben pretenderlo las Conferencias Episcopales con
sus documentos y protocolos variados, porque la vida de la Iglesia corre
por muchos cauces además de los normativos».[24] Así
el Papa Francisco ha recordado que «todo aquello que forma parte de un
discernimiento práctico ante una situación particular no puede ser elevado a la
categoría de una norma», porque esto «daría lugar a una casuística
insoportable».[25]
38. Por esta razón, no se debe
ni promover ni prever un ritual para las bendiciones de parejas en una
situación irregular, pero no se debe tampoco impedir o prohibir la cercanía de
la Iglesia a cada situación en la que se pida la ayuda de Dios a través de una
simple bendición. En la oración breve que puede preceder esta bendición
espontanea, el ministro ordenado podría pedir para ellos la paz, la salud, un
espíritu de paciencia, diálogo y ayuda mutuos, pero también la luz y la fuerza
de Dios para poder cumplir plenamente su voluntad.
39. De todos modos, precisamente
para evitar cualquier forma de confusión o de escándalo, cuando la oración de
bendición la solicite una pareja en situación irregular, aunque se confiera al
margen de los ritos previstos por los libros litúrgicos, esta bendición nunca
se realizará al mismo tiempo que los ritos civiles de unión, ni tampoco en
conexión con ellos. Ni siquiera con las vestimentas, gestos o palabras propias
de un matrimonio. Esto mismo se aplica cuando la bendición es solicitada por
una pareja del mismo sexo.
40. En cambio, tal bendición
puede encontrar su lugar en otros contextos, como la visita a un santuario, el
encuentro con un sacerdote, la oración recitada en un grupo o durante una
peregrinación. De hecho, mediante estas bendiciones, que se imparten no a
través de las formas rituales propias de la liturgia, sino como expresión del
corazón materno de la Iglesia, análogas a las que emanan del fondo de las
entrañas de la piedad popular, no se pretende legitimar nada, sino sólo abrir
la propia vida a Dios, pedir su ayuda para vivir mejor e invocar también al
Espíritu Santo para que se vivan con mayor fidelidad los valores del Evangelio.
41. Lo que se ha dicho en la
presente Declaración sobre las bendiciones de parejas del mismo sexo, es
suficiente para orientar el discernimiento prudente y paterno de los ministros
ordenados a este respecto. Por tanto, además de las indicaciones anteriores, no
cabe esperar otras respuestas sobre cómo regular los detalles o los aspectos
prácticos relativos a este tipo de bendiciones.[26]
IV. La Iglesia es el sacramento
del amor infinito de Dios
42. La Iglesia continúa elevando
aquellas oraciones y suplicas que Cristo mismo, con grandes gritos y lágrimas,
ofreció en los días de su vida terrena (cfr. Heb 5, 7) y que
por esto mismo gozan de una eficacia particular. De este modo, «la comunidad
eclesial ejerce su verdadera función de conducir las almas a Cristo no sólo con
la caridad, el ejemplo y los actos de penitencia, sino también con la oración».[27]
43. Así, la Iglesia es el
sacramento del amor infinito de Dios. Por eso, cuando la relación con Dios está
enturbiada por el pecado, siempre se puede pedir una bendición, acudiendo a Él,
como hizo Pedro en la tormenta cuando clamó a Jesús: «Señor, sálvame» (Mt 14,
30). En algunas situaciones, desear y recibir una bendición puede ser el bien
posible. El Papa Francisco nos recuerda que «un pequeño paso, en medio de
grandes límites humanos, puede ser más agradable a Dios que la vida
exteriormente correcta de quien transcurre sus días sin enfrentar importantes
dificultades».[28] De
este modo, «lo que resplandece es la belleza del amor salvífico de Dios
manifestado en Jesucristo muerto y resucitado».[29]
44. Toda bendición será la
ocasión para un renovado anuncio del kerygma, una invitación a
acercarse siempre más al amor de Cristo. El Papa Benedicto XVI enseñaba: «La
Iglesia, al igual que María, es mediadora de la bendición de Dios para el
mundo: la recibe acogiendo a Jesús y la transmite llevando a Jesús. Él es la
misericordia y la paz que el mundo por sí mismo no se puede dar y que necesita
tanto o más que el pan».[30]
45. Teniendo en cuenta todo lo
afirmado anteriormente, siguiendo la enseñanza autorizada del Santo Padre
Francisco, este Dicasterio quiere finalmente recordar que «esta es la raíz de
la mansedumbre cristiana, la capacidad de sentirse bendecidos y la capacidad de
bendecir […]. Este mundo necesita bendición y nosotros podemos dar la bendición
y recibir la bendición. El Padre nos ama. Y a nosotros nos queda tan solo la
alegría de bendecirlo y la alegría de darle gracias, y de aprender de Él a no
maldecir, sino bendecir».[31] De
este modo, cada hermano y hermana podrán sentirse en la Iglesia siempre
peregrinos, siempre suplicantes, siempre amados y, a pesar de todo, siempre
bendecidos.
Víctor
Manuel Card. FERNÁNDEZ
Prefecto
Mons.
Armando MATTEO
Secretario para la Sección Doctrinal
Ex Audientia Die
18 diciembre 2023
Francisco
[1] Francisco, Catequesis sobre la oración: la bendición (2
diciembre 2020), L’Osservatore Romano, 2 diciembre 2020, p. 8.
[2] Cfr.
Congregación para la Doctrina de la Fe, «Responsum» ad «dubium» de benedictione unionem
personarum eiusdem sexus et Nota esplicativa, AAS 113
(2021), 431-434.
[3] Francisco,
Exhort. Ap. Evangelii gaudium (24 noviembre
2013), n. 42, AAS 105 (2013), 1037-1038.
[4] Cfr.
Francisco, Respuestas del Santo Padre a los Dubia propuestos por dos
Cardenales (11 julio 2023).
[7] Cfr.
Rituale Romanum ex decreto Sacrosancti Oecumenici Concilii Vaticani II
instauratum auctoritate Ioannis Pauli PP. II promulgatum, De benedictionibus,
Editio typica, Praenotanda, Typis Polyglottis Vatianis, Civitate
Vaticana 1985, n. 12; en la edición española de la Comisión Episcopal de
Liturgia, Bendicional, Coeditores litúrgicos, Barcelona 1986,
n. 12.
[8] Ibidem,
n. 11: “Quo autem clarius hoc pateat, antiqua ex traditione, formulae
benedictionum eo spectant ut imprimis Deum pro eius donis glorificent eiusque
impetrent beneficia atque maligni potestatem in mundo compescant.”
[9] Ibidem,
n. 15: “Quare illi qui benedictionem Dei per Ecclesiam expostulant,
dispositiones suas ea fide confirment, cui omnia sunt possibilia; spe
innitantur, quae non confundit; caritate praesertim vivificentur, quae mandata
Dei servanda urget.”
[10] Ibidem,
n. 13: “Semper ergo et ubique occasio praebetur Deum per Christum in Spiritu
Sancto laudandi, invocandi eique gratias reddendi, dummodo agatur de rebus,
locis, vel adiunctis quae normae vel spiritui Evangelii non contradicant.”
[11] Francisco, Respuestas del Santo Padre a los Dubia propuestos por dos
Cardenales, ad dubium 2, d.
[13] Francisco,
Exhort. Ap. C’est la confiance (15 octubre 2023),
nn. 2, 20, 29.
[14] Congregación
para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, Directorio sobre la piedad popular y la liturgia.
Principios y orientaciones, Librería Editrice Vaticana, Ciudad
del Vaticano 2002, n. 12.
[16] Francisco,
Exhort. Ap. Evangelii gaudium (24 noviembre
2013), n. 94, AAS 105 (2013), 1060.
[17] Francisco, Respuestas del Santo Padre a los Dubia propuestos por dos
Cardenales, ad dubium 2, e.
[19] Francisco, Catequesis sobre la oración: la bendición (2
diciembre 2020), L’Osservatore Romano, 2 diciembre 2020, p. 8.
[20] De
Benedictionibus, n. 258: “Haec benedictio ad hoc tendit ut ipsi senes a
fratribus testimonium accipiant reverentiae grataeque mentis, dum simul cum
ipsis Domino gratias reddimus pro beneficiis ab eo acceptis et pro bonis
operibus eo adiuvante peractis.”; en la edición española de la Comisión
Episcopal de Liturgia, Bendicional, Coeditores litúrgicos,
Barcelona 1986, n. 260.
[21] Francisco, Respuestas del Santo Padre a los Dubia propuestos por dos
Cardenales, ad dubium 2, g.
[22] Cfr.
Francisco, Exhort. Ap. Post-sinodal Amoris laetitia (19 marzo 2016), n.
250, AAS 108 (2016), 412-413.
[23] Cfr.
Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, Directorio sobre la piedad popular y la liturgia, n.
13: «La diferencia objetiva entre los ejercicios de piedad y las prácticas de
devoción respecto de la Liturgia debe hacerse visible en las expresiones
cultuales […] los actos de piedad y de devoción encuentran su lugar propio
fuera de la celebración de la Eucaristía y de los otros sacramentos».
[24] Francisco, Respuestas del Santo Padre a los Dubia propuestos por dos
Cardenales, ad dubium 2,
g.
[25] Francisco,
Exhort. Ap. Post-sinodal Amoris laetitia (19 marzo 2016), n.
304, AAS 108 (2016), 436.
[27] Oficio
Divino reformado según los decretos del Concilio Ecuménico Vaticano II
y promulgado por su santidad el Papa Pablo VI, Liturgia de las
Horas según el Rito Romano, Principios y normas para la Liturgia de las Horas,
Conferencia Episcopal Española, Coeditores Litúrgicos, Barcelona 1979, n. 17.
[28]Francesco,
Exhort. Ap. Evangelii gaudium (24 novembre 2013),
n. 44, AAS 105 (2013), 1038-1039.
[29] Ibidem, n. 36, AAS 105
(2013), 1035.
[30] Benedicto
XVII, Homilía de la Santa Misa en la Solemnidad de Santa María,
Madre de Dios. XLV Jornada Mundial de la Paz, Basílica
Vaticana (1 enero 2012), Insegnamenti VIII, 1 (2012), 3.
[31] Francisco, Catequesis sobre la oración: la bendición (2
diciembre 2020), L’Osservatore Romano, 2 diciembre 2020, p. 8.